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Esperando nada

Las cosas no siempre salen como uno espera. Siempre tenemos el mismo problema. El ser humano vive de corazonadas, de esperanzas. Nos creamos expectativas que superan a la realidad. Y cuando superan a la realidad desembocan, irremediablemente, en frustración.

Cuando uno es consultor en temas de tecnología va adquiriendo mucho bagaje, e irremediablemente termina siendo consultor de su propia vida. Adquiere la capacidad de analizar por qué ocurren las cosas, cuáles han sido sus causas. Por qué nos afectan tanto. Y cuáles serán sus consecuencias.
No se trata de coaching. Se trata únicamente de aprender a sentarse a escucharse a uno mismo y a los demás. Ser capaz de analizar qué ocurre a tu alrededor. Y, así, ser capaz de trabajar con la previsión, un modelo de realidad posible acerca del futuro.

Estos días me he equivocado mucho en varios ámbitos. No he estado centrado. Y ha afectado a mi capacidad de trabajo y a mis capacidades sociales. En algunos casos he tenido momentos difíciles. En uno en concreto he llegado a la frustración. Ha habido circunstancias que, irremediablemente, han afectado a mi capacidad de atención. Por suerte, de todo se aprende y en estos últimos días también he crecido mucho.

Mi método de trabajo personal es sencillo. Todo lo que trabajo tantas veces con los chavales de los scouts me lo aplico también a mí a diario. Con ellos siempre trabajo tres puntos fundamentales en los que apoyamos todo el trabajo. Estamos intentando darles una educación en valores, y lo primero es que nos construyamos de forma sólida como personas. Hoy comparto esta herramienta con vosotros, por si os pudiera ser de utilidad:

  • Actitud. La actitud es muy importante en la vida. Siempre, ante una situación, tenemos que revisar nuestra actitud. Si, por ejemplo, estamos invitados a un evento social en el que no nos apetece a priori participar, podemos analizar nuestro sentimiento hacia ese evento y modificar nuestra actitud. No es lo mismo ir en modo yo no debería estar aquí que en modo me lo voy a pasar lo mejor posible y voy a intentar conocer a gente, por ejemplo.
  • Enfoque. Tenemos que tener siempre claras nuestras metas. Si parecen lejanas, debemos acortarlas. Si el camino es tortuoso, debemos allanarlo o decidirnos por otro camino. Tenemos que tener claro, en cualquiera de los casos, que siempre hay, al menos, dos opciones para afrontar un problema. Debemos tomar un camino u otro teniendo en cuenta que, sea lo que sea lo que hagamos, tendrá una causa y unas consecuencias. Debemos evaluarlas y valorarlas antes de dar cada paso.
  • Coherencia. Ah, la coherencia. Es muy sencilla. Simplemente, lo que dices y lo que haces tienen que corresponderse.

En resumen, tener claras las metas y hacer lo más cómodo posible el camino. Y, muchas veces, algo falla. ¿Por qué? Por un tercer punto, el más importante.

Todo en la vida es complementario. Si quieres que confíen en ti, tienes que demostrar también esa confianza. Si quieres que te respeten, debes respetar a los demás. Si quieres que hablen contigo, debes también hablar con los demás. Si quieres que se abran contigo, tienes que abrirte a los demás.

Parece una cuestión sencilla. De hecho, la más sencilla del mundo. Y ahora, mirad a vuestro alrededor. Poneos a analizar. ¿Cuánta gente coherente tenéis a vuestro alrededor? ¿Cuánta gente a la que no hayáis escuchado el manido haz lo que yo diga pero no lo que yo haga?
Los pocos que encontréis serán casi seguro personas carismáticas y respetadas que cumplen, también, una de las máximas scouts: predicar con el ejemplo.
El respeto y la confianza no se ganan en una tómbola. No se consiguen a base de dinámicas de grupo. Se consiguen tratando a los demás como personas y como iguales. Y cuántas veces nos dejamos llevar por la prepotencia de un status o posición, creyéndonos mejores, y cuántas otras se nos olvida que la gente de nuestro alrededor también son personas, independientemente de su edad. Cuántas veces perdemos el respeto y la vergüenza.

Después de una semana en la que perdí parte de la actitud y casi todo el enfoque (y en la que Logan se ha llevado la peor parte) vuelvo a la carga. El periodo de reflexión terminó, y todo vuelve a estar en su sitio. Restablecido y reforzado.

Quizá, como dice Earl, todo es cuestión de karma. Después de años realizando un trabajo, lo he terminado con una sensación agridulce. Con la sensación de que no lo había hecho bien, de que había quedado a medias porque una parte de las personas con las que trabajaba ni siquiera han entendido qué es lo que estaba haciendo. Craso error. Después de volver a analizarlo todo, me doy cuenta de que fue un trabajo bien hecho. Y, en gran parte, está dando sus frutos. Puedo estar más que orgulloso de todo el esfuerzo, las horas y las ganas dejadas en el proyecto. Y, por supuesto, he aprendido mucho. En esta vida, como ya me ha demostrado innumerables veces, poco enseñan los éxitos y mucho los fracasos.

El motivo de mi frustración ha sido ese grupo de personas con el que, por desgracia, las esperanzas fueron vanas. Analizándolo quizá llegue a algunas buenas conclusiones de cómo podría haber trabajado con ellos para poder utilizarlo en algún grupo futuro. Al final, se resume en que la motivación fallo. No había ninguna meta que alcanzar. La actitud, contraproducente. Las ilusiones se fueron apagando. También las grandes expectativas. Poco a poco, llegó la decepción. Por último, el fracaso. Me dio por pensar que el problema de actitud y enfoque podría ser mío. Y me encontré esperando nada.



5 respuestas a «Esperando nada»

  1. Dos apuntes que me gustaría compartir contigo:
    1. Existe una tendencia a la holgazanería en grupos con metas a conseguir y en la que no hay una responsabilidad clara por parte de cada miembro del grupo.
    2. La disonancia cognitiva entre lo de deben y tienen que hacer es un problema psicológico que se resuelve con mucha Actitud, Enfoque y Coherencia.

  2. Fran ha dado en el clavo. Antropológicamente, la tendencia a la dispersión en grupos con muchos miembros y una sola meta tenderá a uno conforme el número de miembros tiende a infinito. Es por ello que en el uso de metodologías ágiles se reduce el número de personas de los grupos a 4-6, puesto que una persona actuará de manera distinta si está en un grupo de 20 personas y si está en un grupo de 5.

    En segundo lugar, creo que falta algo muy importante en el método que utilizas, y es la motivación, la razón de que hagamos/digamos/pensemos algo. Un ejercicio muy interesante es dedicar un día a, cada vez que pensemos algo, evaluar el ¿Para qué? lo pensamos, es decir, cual es la motivación que hay detrás; hay situaciones paradójicas en las que ambos podemos hacer la misma actividad, y sin embargo nuestra motivación ser distinta, lo que cambia mucho la actitud frente a la actividad y al grupo mismo.

    Hay una historia muy bonita sobre unos canteros que ilustra perfectamente lo que quiero transmitir.

    1. La motivación la considero parte contratante, algo que hay que conseguir de manera conjunta con actitud y enfoque.

      Enlazo la historia de los canteros.

  3. Hace un par de semanas te saludé en la nueva oficina (provisional) y me sorprendió lo cansado y cambiado que te encontré. Tenía una imagen de tí mas animada y alegre cuando te conocí en EBE.

    Tal vez la historia de los canteros es esta:

    Sucedió en tiempo de las catedrales. Un vecino visitaba una de ellas en construcción y llegó al tajo donde trabajaban los canteros, esculpiendo unas piedras. Se acercó a uno de ellos y le preguntó: ¿Y usted que está haciendo? «Sudando con esta maldita piedra que Dios confunda! ¡Que asco de trabajo! ¡A ver cuando suena la campana y nos vamos!» El paseante se acercó al segundo cantero y repitió su pregunta: «¿Y usted que está haciendo?» -«Lo que me han mandado. Un cubo de piedra para un muro». Por fin se acercó al al tercero. ¿Y Usted que está haciendo?» El cantero respondió con entusiasmo «¡Estoy construyendo una catedral!» Su trabajo era minúsculo, nunca vería terminada la catedral, pero sentía que estaba colaborando a un bello proyecto que le dignificaba.

    Espero que, según dices estés mejor. Un abrazo.

    1. Justo esa era la historia 🙂

      Hay circunstancias y situaciones que te hacen estar un poco ido, y además en la oficina me concentro mucho y me abstraigo :P.

      Con un café por delante soy muy distinto 🙂

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