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El club de las primeras impresiones

Hay mucha gente que dice que todos nuestros productos deben estar en beta continua. Estoy de acuerdo. Hay mucha gente que dice que si estás orgulloso de tu producto cuando sale a la calle por primera vez, lo has sacado demasiado tarde.

Hoy día, en casi todos los aspectos, tener un producto para poder salir pasa por tener una API de interacción si es un sistema que vaya a interactuar con el resto de internet, y tener un diseño lo suficientemente atractivo como para que tu producto no muera. En definitiva, que lo que se busca es que sea usable y que llame la atención.

Los proyectos en las libretas se mueren. Eso hace que tengamos unos ocho productos en cartera y que sólo haya dos en la calle. Puedes sacar un producto a la calle que todavía necesita recorrido y que se puede ampliar, pero no podemos entenderlo mal. No podemos cerrarnos en que no podemos mostrar al mundo simplemente una idea, o un producto que no tiene un núcleo sólido sobre el que madurar. La calle no son los inversores.

Error.

Ahora, en un momento en el que el crowdfunding está en auge, y tenemos a Kickstarter y a Goteo en España, el paradigma ha cambiado. Ya no necesitas una demo. Sólo necesitas una idea sólida y un buen mapa de ruta para poder echar a andar.




Esto es importante, y es una de las mejores y mayores herramientas del crowdfunding. El inversor es el cliente. ¡El cliente! Tus propios inversores te van a decir, antes de que empieces a trabajar, si tu idea es buena o no. Si es lo que están buscando. Si lo utilizarían. Y, además, tendrás una primera masa crítica de usuarios. ¿Qué más quieres?

Además, estás teniendo en cuenta uno de los pilares básicos a la hora de montar un producto: la independencia. Cuando tienes muchas fuentes de financiación, no tienes a ningún inversor que controle el producto.

Después de mucho tiempo dándole vueltas a estas cosas, éste es mi consejo: cuenta tu idea. Si no la cuentas, no existe. Una idea que llevamos preparando desde Septiembre del año pasado no ha podido despegar por falta de tiempo, y hace muy poco alguien la ha desarrollado, pero dejándose atrás mucho de lo que nosotros ya tenemos ideado o esquematizado. ¿Qué habría pasado si hubiéramos explicado el modelo de negocio en Kickstarter o en Goteo? ¿Nuestra idea habría dado frutos? ¿Habríamos conseguido, al menos, hacer que el proyecto que sí se ha desarrollado fuera más rico?
Nuestra gran frustración es que creemos que casi todos nuestros productos esperando para salir son útiles y necesarios en el mundo 2.0 de hoy en día, y que podríamos hacer mucho más sencilla la vida de muchas personas.

¿Es hora de que las empresas, sobre todo las que nos dedicamos al software libre, empecemos a permitir que los usuarios también participen de nuestra financiación para desarrollar nuevos productos?



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