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Pecando de nuevo

Perdóname, padre, he pecado. Me he confiado. He caído en la tentación. Y hay cosas que nunca cambian.

De un tiempo a esta parte hemos estado viendo bastante publicidad positiva de Ryanair. Comentarios de conocidos, de cómo ahora es más cómodo viajar con Etiopía, que no son como antes. Noticias en periódicos, en televisión…

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Y no eran noticias. Era, como decía antes, publicidad. Esa publicidad encubierta que ahora hacen, sin aviso ni reparo, en todos los medios de comunicación que están al alcance de su bolsillo. Medios que, por supuesto, se venden sin tenerle ningún respeto a sus lectores, oyentes o televidentes.

Al llegar al aeropuerto, en el mostrador de checkin, hemos visto cómo a un hombre, peruano, le ponían mil y un problemas para subir al avión. El peso combinado de sus dos maletas era de 13 kilos, y se ha encontrado con un «o dejas algo en el aeropuerto, o pagas aquí 30€, o en el embarque vas a pagar 50€». Y los iba a pagar. Imposible saltarse el registro en el embarque. Sobre todo porque funcionan como la Guardia Civil: se avisan de un puesto a otro.

No digo que no sea lícito: si es norma de la compañía, es norma de la compañía. Lo aceptas al sacar el billete. Pero después hemos llegado nosotros, dos blanquitos, y sin pesarnos las maletas siquiera nos han ofrecido facturarlas sin coste, por nuestra comodidad.

Sí, amigos. Hay clientes de primera y clientes de segunda.

Aunque con Ryanair no hay clientes de primera. Todos somos de segunda o tercera. Porque si pensábamos que algo había cambiado, nos equivocábamos.

La puerta de embarque: la del fondo del aeropuerto. De ahí, a la calle: 4 tramos de escalera y un gran paseo hasta llegar al avión. Y, para terminar, las escaleras del avión. Un total de 1800 metros según el podómetro.

Por suerte, hemos sido consecuentes: hemos escogido para esta prueba un momento en el que los dos estamos relativamente bien de salud, días sin lluvia, y con temperatura agradable.

Es sólo el principio del viaje, y ya damos la prueba con Ryanair como fallida. No sólo no han mejorado. Han eliminado tripulación de cabina (hay un auxiliar menos)1, los viajeros siguen teniendo que recorrer las pistas del aeropuerto para llegar al y del avión, y siguen teniendo que bajar y subir escaleras para entrar y salir de la terminal y del avión.

Esto hace que viajar con Ryanair sea inviable en un viaje programado con tiempo, o en momentos con alguna dificultad de movimiento. Asíque lo mantenemos dentro de la lista de compañías inaccesibles para volar.

Dentro de nuestro horario dentro del avión, hemos tenido el siguiente programa:

  • 7:10 despegue
  • 7:18 primera venta de comida
  • 7:25 segunda venta de comida
  • 7:37 venta de rasca y gana
  • 7:43 tienda duty free

La aventura completa por los aeropuertos y las terminales finales se ha saldado con un total de 5Km. El podómetro está muy contento, pero nosotros no tanto. El low cost es low cost por algo, que nunca se nos olvide.

Desde aquí aprovecho y hago también una pequeña reivindicación: por favor, cursos de dicción para los tripulantes de cabina. Por favor. Si yo, andaluz, no me entero de una mierda de lo que dicen, el resto no quiero imaginarme lo que sufren. Y en inglés, supongo que los de Manchester y poco más son capaces de entender ese susurro masticado con el que le hablan a ese teléfono descuartizado.

Y, para terminar, la fanfarria al llegar… Qué pena no haberla grabado.

1 El artículo lo escribí en en avión. Al bajar descubrimos que había una persona más que no había aparecido por el avión en ningún momento. Un amable lector nos lo ha hecho notar también en twitter, y lo he corregido.



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