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Goodbye my friend

Hoy es un día raro. Hace un tiempo me añadieron a un grupo de WhatsApp de compañeros del colegio, y fue un poco chocante. Porque mi memoria funciona así. Cuando empecé a conectar de nuevo con la gente, empecé a tener recuerdos de tiempos y épocas anteriores, y de todos ellos. De algunos más agradables que otros, como siempre con las cosas del colegio, pero siempre se recuerdan con cierta ternura desde la distancia.

Hasta que hablamos hace poco, llevábamos… 19 años sin hablar. Se dice pronto. 19 años. Pero antes de esos 19 años, nos habíamos pasado otros 10, esos en los que vas creciendo en todos los sentidos, pasando juntos todos los días. Jugando, creciendo, y aprendiendo.

He ido en orden hablando con algunos de ellos. Cosas de los flashes de memoria, estas cosas poco a poco. Y decidí, porque la montaña de conexiones de memoria iba a ser demasiado importante, dejar a mis dos mejores amigos de aquella época de colegio para el final.

Con uno de ellos crucé un puñado de mensajes hace unos días, y ya no voy a tener la oportunidad de hacerlo de nuevo. El grupo borboteaba esta tarde con la noticia de que nos ha dejado para siempre. Y en estos momentos no importa cómo. Importa que una persona que fue importante para ti ya no está. Pero eso tampoco importa. Lo que importa, es que las personas que lo tenían cerca ya no lo van a volver a tener.

Tengo un sentimiento encontrado un poco extraño. Una especie de alivio por no haber tenido un trato más cercano durante este tiempo, y la rabia de exactamente lo mismo.
No elegimos nuestros sentimientos. Ahora hay que dejarlos fluir, y escapar.



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