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Fin de Año y Lucía

Lucía Etxebarría ha instado a los lectores de su blog a que cuenten cuál ha sido su fin de año.
El mío no ha sido espectacular. Tampoco ha sido para premio. Ha sido extraño.
Aquí lo dejo.

día 30.

Este año iba a ser un año distinto. Estaba todo planeado desde Enero de 2005 para irnos a celebrar, en triples parejas, un fin de año espectacular en Sidney. Recibiríamos el año casi los primeros en el planeta. Y lo disfrutaríamos como nunca.
Ya no hay triples parejas, ni dinero para hacer viajes. Ahora estamos cada uno en nuestra casa, al más puro estilo «Los dos lados de la cama«, visitando a la familia.
Y como así iba a ser nuestro día 31, decidimos montar la fiesta el día 30. Coger un tren, y acercarnos a la ciudad que me suele albergar el resto del año.
Voy lleno de ilusión. Hacía 8 meses que no veía a uno de mis acompañantes, y esta noche dormiríamos en la misma habitación, y en la misma cama. Todo tenía que ser a la vez normal y perfecto. Y evitar ser un mono, y sobre todo meter la pata. Sólo va a estar aquí dos semanas de vacaciones, y mi única intención, al igual que la suya, es demostrarnos que mantenemos una bonita y sólida amistad.

20:30h. Subimos corriendo al tren. Nuestro tercero debería haber subido tres estaciones antes y habernos cogido un sitio. Pero no está. Damos dos vueltas por el tren, y no aparece.

21:00h. Llamamos a su segunda casa. Nos confirman que había ido a la estación. Que iba corriendo y con muchísima ilusión por visitar la ciudad y salir por aquí.

21:22h. Llamamos a su casa principal. Ha llamado, diciéndoles que no tenía mi número encima y no podía llamarme. Que lo siente mucho, pero que ha perdido el tren.

21:24h. Mosqueo.

22:00h. Llegamos a nuestro destino. Toda la ciudad está llena de góticos preparándose para el día siguiente y las macrofiestas. La calle, quitando la oscuridad, está un poco desierta.

22:15h. Al llegar, saludamos y estamos tentados de sacar al perro un rato. Hace tiempo que no lo vemos. Nos vamos a cenar por ahí con una buena amiga.

24:00h. Una cena fantástica. Hacía tiempo que no nos reíamos tanto. Pero nos falta alguien.

día 31

00:05h. Ya es día 31. El último día del año. El mosqueo se transforma en un «pobre, al final se vuelve a su residencia de trabajo sin haber venido».

00:15h. Lo típico. Nos vamos a tomar un té a esas horas de la noche.

2:00h. Quedamos con un puñado de amigos y nos vamos a la zona de ambiente a tomar una copa. Espero ver a mucha gente allí, pero no hay nadie. Casi que tampoco los dos con los que habíamos quedado, que llegaron tarde.

2:35h. Nos separamos. Se van a sacar dinero. Nos vamos a un irlandés a tomar la siguiente.

3:40h. La acompañamos a casa y nos vamos camino de una discoteca en la que habíamos quedado con los de antes.

3:50h. Nosotros estamos allí, pero ellos no están. Teléfono. Se han ido ya a casa.

4:20h. Dolores de cuello. Voy con gente que ya no está acostumbrada a salir. Nos vamos a casa, y compartimos cama para que no duerma con el perro.

10:00h. Trabajo. Los sitios a los que tengo que ir están cerrados.

12:10h. Recoge que nos vamos. Nos acercamos a poner la denuncia de la papeleta del coche. Un disco nuevo para que no pueda quejarme mucho, y la comisaría cerrada.

12:50h. Desayuno rápido para llegar a tiempo al tren. Desayuno que hacía un año no practicábamos: Burger King.

13:59h. Cogemos el tren de vuelta.

14:05h. Llamamos a la base. Nos cuenta que después de correr mucho, atascos, y mil cosas más, consiguió llegar a una estación por la que pasaba el regional, pero no paraba. Frustración por ambas partes.

15:30h. Estoy acompañado en casa. No estamos, como siempre, mi madre y yo. También está mi tía, que acaba de tener una trifulca con su señor marido. Se queda con nosotros. Va a ser una noche inolvidable…

17:00h. Trabajar y estudiar un ratito. Aunque sea 31, también es un día normal.

22:00h. Ducha para la cena. Antes he intentado hablar con alguien a quien quiero mucho para intentar sacarle de casa, animarle, y que nos demos una vuelta esa noche después de las uvas. Infructuoso.

22:15h. Comienza la cena. A la hora y poco ya estoy deseando que el alcohol se me suba, o que la comida tenga soporíferos y mi tía calle un ratito.

00:00h. ¡Uvas! Casi nos atragantamos todos con el guiñol de Bush contando como le enseñaron en su país.

00:35h. Sigo sin conseguir que se mueva de su casa. Me pongo a jugar con unos amigos, que también se quedan en casa, una partida online de Cattan.
Perdí. Pero fue lo mejor de la noche.



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