Días contados

¿Y si repasas tu vida y descubres que siempre has perseguido algo que nunca acabas de encontrar?

¿Y si recuerdas que siempre has estado aparte (o apartado, ya sabeis lo que dijo Cela: no es lo mismo estar jodiendo que jodido) de lo que se consideraba normal, correcto… útil?

¿Y si, esas veces que has sido dos y no solo uno, siempre fuiste el primer imbécil en decir «te quiero»? ¿Qué hay de heroico en ello?

¿Y si te dabas cuenta de algo que preferias callar, porque cuando lo decias podías entender que todos tenían razón, y tú estás loco?

¿Y si hay alguien realmente que no nos haga daño nunca?

¿Y si fuera posible alguna vez no hacer daño a alguien?

Odio las utopías. Odio los amores platónicos. Odio la leche desnatada. Odio a Paco Pil. Odio estar enamorado.

 

Odio tener los dias contados.

(By JotaEme)

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Lifestyle

Mi vida en Heterolandia

En Heterolandia la gente suele hablar de si misma y no se da cuenta de que existen personas en diferentes, y muchas veces peores, situaciones que uno mismo. Así un habitante de ese país puede llegar a creer que todas las personas tienen las mismas oportunidades. Y que si alguien no está en la elite es porque no está preparado para ello, porque no se lo merece. No se plantea que muchos no tienen sus mismas posibilidades, o, ni siquiera sus mismos objetivos. Así puede pensar tranquilamente que los habitantes de Maricalandia, no habitan en Heterolandia porque no se esfuerzan en ser como hay que ser y se dejan llevar por la vaguedad, las bajas pasiones y, a veces, las perversiones. Que son personas de otro tipo. De tipo inferior, claro. Ni siquiera se plantean que es un tipo de vida que puede no interesar a alguien.

Pero dentro de Maricalandia ocurre algo parecido. Por ejemplo, pensemos en un presentador de un magazine de tarde, habitante de Maricalandia con título honorífico, escritor recién premiado por uno de los mejores premios del país, simpático, divertido, casado y feliz. Pensemos que, gracias a la promoción de su último libro, tiene, no una, si no miles, de entrevistas que hacer, frases que decir para que la gente sepa lo inteligente que es, y que además, míralo, tan alto que ha llegado y con los pies en el suelo. Él tiene la oportunidad que a muchos se les niega. Y la aprovecha. “No entiendo que aún se den situaciones en que alguien no se atreva a confesar su homosexualidad por miedo.” Y tan a gusto. Además el periodista, o el maquetador, o hasta la propia revista, le hace un destacado. Que no se diga. En la letra pequeña, en el contexto, se pone más fino. “Está claro que hemos hecho algo mal.” Claro, amigo. Hemos hecho mal en creernos que ya hemos solucionado todo, que todo el mundo puede casarse, pasear de la mano en lugares públicos, decir: “Soy homosexual y soy feliz”. Hemos hecho mal creyendo que todos estamos al mismo nivel. Hemos hecho mal en olvidar que existen más personas en el mundo, a las que no les importa casarse pero que antes tienen que solucionar problemas de homofobia en su entorno. Nos creemos que el único signo homofóbico de los habitantes de Heterolandia es, como ejemplifica nuestro personaje, cuando una mujer le dice a su marido en voz alta que no puede compartir el ascensor con él, elegante, pero con pluma. Y que con recriminárselo en público se arregla el asunto.

No entiende el presentador que en este país aún hay gente que es humillada, de forma más cruel y, a veces, menos sutil. Y que si se encara le regalan una visita al hospital más cercano. Que él está protegido por fama, por su dinero, por su poder. Que existen otras realidades, además de la suya, donde el día a día es más difícil.

Tampoco entiende que también hay homofobia en Maricolandia, pero en este caso de poderoso a débil, y que a veces puede salir de la boca de uno mismo sin que nos demos cuenta.

Sí, hemos hecho algo mal, estamos haciendo algo mal y lo seguiremos haciendo mal si no nos damos cuenta de que la solución no son esas dos leyes que tanto hay que agradecer. Lo que esta mal es que, como dice Paco Vidarte en Ética marica, “nos hemos quedado sin nada que decir”, nos hemos quedado en un desfile rosa algo absurdo, en un vacío.

Los que están arriba, los que ya lo tiene todo, han dejado de luchar. Y se han olvidado de los que no pueden hacer nada. Que les importa, si ellos ya tienen lo que querían.

Iñaki Echarte Vidarte

Mi vida en Heterolandia son un puñado de reflexiones que hace Iñaki, nacido en 1977, sobre su entorno. Podéis leer su blog, o podéis seguirlo desde el principio en dos manzanas (biografía incluída).

Nosotros, por nuestra parte, no podemos más que aplaudirle por ser la voz de muchos, y añadirlo a nuestro paraíso perdido.

Flor de loto

En internet todo es virtual. Irreal, dicen. Pero un solo escrito, unas cuantas palabras, pueden hacer que te imagines, por un momento, a la persona que hay detrás.

Un blog es algo bien distinto. Hace que, cuando conoces a la persona que hay detrás de él en el mundo real, parezca que la conoces de toda la vida. No conoces sus salidas, sus juergas, o has estado de cervezas con él, pero te da la impresión de que conoces cómo piensa y, quizá, algo de cómo funcionan sus sentimientos.

Hoy, esta canción va para alguien que, durante algo más de un año, ha ilustrado alguna de mis noches con sus viajes, sus fotografías, su filosofía, y sus pensamientos. Porque seguro que llegó a ver alguna, y que nos servirá para recordarlo.

Flor de Loto

nunca fue tan breve una despedida.
nunca me creí que fuera definitiva.
nunca quise tanto a nadie en mi vida.
nunca a un ser extraño le llamé mi familia.
nunca tuve fe en mi filosofía.
nunca tuve yo ni gurú ni guía.
nunca desprecié una causa perdida.
nunca negaré que son mis favoritas.

ésta es mi flor de loto
y yo era su sombra,
ésta es mi flor de loto.
mi mundo no se acabará,
tanto vagar para no conservar
nunca nada.

nunca una llama permanece encendida,
nunca aguanté su calor,
nunca más, nunca más de un día,
nunca soporté ser un alma invadida
hasta que vi frente a mí por quien yo moriría.

ésta es mi flor de loto
y yo era su sombra,
ésta es mi flor de loto.
mi mundo no se aclarará,
tanto vagar para no conservar
nunca nada.

¿querrás tú rectificar
las líneas de mis manos?
¿quién esparcirá al azar
los posos del café?
¿y qué decía la bola de cristal
cuando echó a rodar?
¿qué más puedo necesitar?
¿tengo algo que perder?
no puedo perder.

flor de loto,
flor de loto,
fácil es buscar (fácil no encontrar),
fácil es buscar (fácil no encontrar).

Nómadas

Homenaje a las cosas amarillas

cucú!!!

homenaje a las cosas amarillas

el limon
los simpsons
los submarinos
los tractores
la mala suerte
el cordon policial americano
los pastelitos de bollylandia
el sol
las estrellitas
el puto polen
la luz en un dibujito
la camiseta del cadiz
el bordecito de las heridas con yodoç
el pipí
el pegamento cuando se despega
los kekos del mesenge
el oro
los oros (q no es lo mismo)
el pelo de las guiris
los pollitos
las lineas de las obras
las paginas (amarillas)
la segunda O de google
la m de mcdonalds
la corona del escudo del beti
las jog empepinas de los kinki
la chaqueta del capitan pescanova
el buzon de correos
el contenedor de plastico y cartones
el maillot
las ranas venenosas
la abeja maya
las patatas
y por su puesto la cerveza

pero como siempre los americanos e ingleses van por delante nuestra…

yellow……pal vasito y noche legendaria q ya es weve (aunque hoy sea sábado)


Homenaje a Mandi, porque hoy toca La Soga, y fue un bajista de excepción (aunque menos tiempo del que esperábamos).

Saluditos ^_^.

Sólo ego

¿Me estoy haciendo viejo? En lo que a Internet se refiere, me parece que sí. Recuerdo, de vez en cuando, tiempos pasados. Tiempos en los que uno buscaba en yahoo o en altavista. Tiempos en los que se llevaban los fondos negros. Tiempos, sobre todo, en los que no existían los blogs y en internet había páginas web.
Sí. Páginas web. Construidas con contenido más o menos estático. Sin un CMS detrás. Páginas en las que aparecían frases como «actualizado por última vez el xx del YY». Páginas que giraban entorno a un sólo tema y donde no existían los comentarios, sino (y como mucho) una dirección de mail. Esas páginas, hoy casi extintas, se hacían con mucha paciencia y dedicación, colocando tablas para maquetar y usando imágenes y etiquetas como <blink>. En aquellos tiempos nadie había oído hablar de la accesibilidad. Y mucho menos de CSS.
Eran tiempos en los que la gente no vivía de su ego. Y mucho menos para y por su ego. La publicidad en internet se limitaba a programas de baners rotativos (adsense?? eso ni se soñaba). Y encima no pagaba.
Pero eran tiempos bonitos. Tiempos en los que las páginas web eran bastante didácticas. Tiempos en los que uno se esforzaba por escribir buenos contenidos. Tiempos en los que era dificil conseguir un buen alojamiento gratuito (la revolución Iespana… el fiasco de f2s… intentos como arkania…) y existían lo que se llamaban comunidades. Yo era asiduo de ciudadfutura. Fue una pena su funeral.
Pero bueno, la evolución es así. Primero apareción xeron. Le siguieron unos tímidos xergio y kremaster… y luego ya el despiporre de Yonkis. Y a partir de ahí, llegó el fin. La web comenzó a morir aplastada por el éxito de los blogs. Y los blogs nacieron de los linklogs y los (ahora innovadores) tumeblelogs donde se ponían simplemente enlaces e ideas dispersas. Y ahora ya no hay webs. Sólo blogs, sólo opiniones, sólo comentarios… sólo quedan egos.

Original de Papeles Revueltos

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Jornada de reflexión

Otra vez petó la patata. Esta vez ha sido sólo un aviso. «Eh, chaval, controla». Claro que tú dices un «está bien» y los señores de la bata blanca te dicen que les parece genial, pero que les da igual y que te toca tomarte pastillitas con forma de corazón.

Ah.

En vez de irnos al campo con los niños (y teníamos unas ganas inmensas) nos hemos ganado una visita de cinco días al spa ese en el que te dan un pijamita azul para que pases tus días cómodo y sin frío y te enchufan a una maquinita. Que ha estado bien, ha sido tranquilo, y ha sido únicamente de control (‘quédate unos días para que veamos cómo evoluciona’). Vuelvo a tener la libertad condicional. Y… fuf. Imagináos el plan, que es divertido. A muchos no os lo había dicho, pero es que dices la palabra ingreso y la palabra hospital en la misma frase y la gente se asusta. Y si la acompañas de todo está perfecto, se te ponen histéric@s.

Estaba escribiendo crónica, pero en realidad no merece la pena. En el spa sólo me han tenido enchufado para ver si todo era normal. Y lo ha sido. Y para casa. Nada más. Tampoco he tenido mucha suerte.
Lo único bueno que tiene el hospital es la poca ropa que tienen puesta los enfermos ^_^. En Sevilla había algo curioso en la esquina del fondo, pero andaba heteroacompañado y al rato llegaron todos los cani-amigos a la hora de la visita. Menos mal que me echaron, y todo. Pero había una señora de 89 años que era simpatiquísima y con la que estuvimos charlando un rato. Todo el arte que tenía. Vaya personaje :).
La ambulancia que me llevó a Cádiz tuvo también todo el arte. Una médico de Córdoba, una enfermera de Sevilla/Macarena y un auxiliar de Chiclana. Estuvimos hablando de coches, de salmorejo, de torrijas, de ordenadores… hasta que llegamos a Cádiz y se chirlaron unas cuantas cosas de la sala de entrada para la ambulancia y se fueron.

De observación de Cádiz, la cosa más curiosa es que había un enfermero que era igualito que Eduardo Arcos. Cuando me quedé mirando la primera vez se quedó extrañado. Ya cuando conseguí ubicarlo dejé de acosarlo con la mirada.

Y en planta… Me dicen: «Te vamos a mandar a una habitación con alguien joven, para que no estéis raros y tengáis de qué hablar». Después de dos días en el hospital se te va un poquito la cabeza pensando en quién y cómo puede ser, lo que te puedes encontrar… Todo se va al suelo en seguida en el momento en que entras por la puerta de la habitación y te da por recordar que en la planta de cardiología ‘joven’ significa ‘de menos de 50 años’. El gozo al pozo.

Lo más destacado, aparte de las visitas (gracias, gente. Todo un placer teneros por allí para acompañar) fue la compañía de habitación. Un tipo enganchado a los tranquilizantes con una mujer, de Jaén (por curiosidad del dato solamente), que fumaba en el baño de enfermos (en el nuestro) y que para desayunar se tomaba un red bull y un cigarrito. Lo mejor de lo mejor, estar tomando unas pastillas que son diuréticas y a la vez estar evitando el baño porque apesta a asquito.
Pues al final me fui sin decirle nada. Me daba una vergüenza inmensa tener que plantarme delante de alguien con sus 35 cumplidos para decirle que eso estaba mal, que estaba prohibido fumar en el hospital, y que nos mataba a su marido y a mí cada vez que entrábamos en el baño y teníamos que recular por el guantazo de pesturria. Que estaba muy bien que su marido se lo aguantara, pero que un servidor no se había casado con ella.
Pero en fin. La chica ‘red bull’, después de cuatro días, no puede presumir de ser una chica respetuosa en absoluto.

Que nada. Que estoy en casa. Como siempre y mejor que nunca. De jornada de reflexión antes de las elecciones.
Dar las gracias de nuevo a la familia (que mi madre y mis hermanas han estado por allí de continuo), a Javi y a Mara, a Shinji, a Yago, a Luis, a Neo y a Sonia, al resto de la family, a Elisa y a Dani, a la gente del grupo scout, a Coque, a Zifra, a Luis Rull, a los ‘telefónicos’… Todo sin orden y me dejo gente seguro.

Ahora, a disfrutar unos días del mah-jongg que me han regalado y a subir las fotos en cuanto pueda de la cena de cumpleaños que me hicieron.

Y para la jornada de reflexión, os dejo con un texto de El Forastero que me ha llegado en estos días.
(Echadle un vistazo en su página, que viene acompañado de imagen).

Un día el mundo fue recorrido por gigantes. Aun hoy podemos encontrar sus obras de arte que confundimos con montañas. Sus palabras, ocultas bajo la arena de una antigua maldición, que nos son ilegibles.

En ocasiones ocurre que hay gente que se topa sin quererlo con los sueños de aquellos gigantes y se ven envueltos en proyectos demasiado grandes para ellos. Obras de arte imposibles, libros inacabables, viajes a los confines del mundo o de la vida. Esos son los sueños de los gigantes que rondan por nuestro mundo.

Hay los que deciden aceptar el reto y terminan en manicomios viviendo en un universos no hechos para nuestra limitada estatura. Otros acaban muertos cuando se topan con el rostro del soñador y no logran soportarlo. Lo más sólo observan en el resplandor del atardecer la magnitud de estos sueños gigantes y pasan de largo con un escalofrío en la espalda concentrados en sus pequeñeces cotidianas.

De entre los que triunfan ninguno sale sano o puro. Algunos intentarán olvidarlo con alcohol o drogas. Otros huirán hacia el horizonte. Rimabud fue de estos últimos que tuvo que perderse en ??frica después de terminar una obra gigante. Y solo unos cuantos alcanzarán la fama como bibliotecarios ciegos, como olvidados y pobres libertadores de un continente, como emperadores enfermos de nostalgia en una isla, como científicos llorando al ver la destrucción que traen sus bombas atómicas.