Domingo. Casi la una de la mañana. Mañana empieza una nueva semana. Una semana muy distinta a esta última. Una semana con tiempo, con cosas por hacer, con mucho que estudiar, con prácticas, con cursos, y con muchísima ilusión.
Y aquí estoy. Escuchando la maqueta de La Soga, mirando en el Google Earth las cositas del circuito con Antonio para las motos, y escribiendo. Mientras, él se estudia el carnet (que ya era hora) y nos fumamos una arguila (mala traducción de narguile) de manzana a medias.
Un pequeño resumen de lo que ha sido la última semana era lo que iba a hacer. Pero en realidad creo que saldrá un freetalk, como siempre.
Y es que en esta semana he vuelto a desilusionarme y a estresarme. Estando toda la semana liado con un trabajo, terminándolo, ultimándolo, dándole los últimos retoques, y haciendo que fuera un trabajo que dejara totalmente satisfecho a mi cliente. Para que al final todo se fuera al traste, todo el trabajo de casi un mes cayera en saco roto, y todas nuestras ilusiones de trabajo quedaran tiradas por los suelos. Y, además, pisoteadas.
Pero todo pasa, y las ilusiones vuelven con el fin de semana. Todo termina, y los cluberos del DotNetClub me hacen sentir de nuevo bien. Una buena tarde, y una maravillosa noche con Carmen por ahí. De cervezas hasta arriba, viendo a los minigóticos, charlando con ellos un rato, y después yéndonos, como siempre, a nuestro irlandés favorito. Para llegar reventado a casa, después de encontrarme a Rubén y reencontrarme con Noe después de dos años (qué de tiempo, pequeña. Me encanta ver que hay cosas que no cambian ;o)).
Una semana en la que me acordaba del fin de semana anterior. De haberme encontrado con Nia, con Javi (curioso reencuentro :)), y pensando en que una vez terminado el trabajo podríamos volver a ¡tener tiempo libre! y quedar, y hacer cosas. Porque tengo que quedar con Nia, está apuntado en mi agenda :).
Semana de agenda, por cierto. Con tanto trabajo y tantas cosas, mi mano ha estado plagada de cosas que después se han ido apuntando en la agenda. Porque si no, se olvidaban. Momento bióxido genial. Voy a ver si también me pongo en serio con trabajos de memoria, que dentro de dos semanas tengo ITV del aparato bióxido.
Y el sábado… Vaya sábado. Llegas a la estación, y el tren que ibas a coger no existe ya (lo quitaron la semana anterior). Así que una horita en la estación, y llega justo a casa para comer.
A media tarde sales. Dirección Carrefour. Mi móvil ha decidido dejar de funcionar (siento lo del viernes, chicos. Me retrasé y fui a Plaza Nueva, pero no estábais ya (llegué tarde)) y he tenido que cambiarlo por otro. Y me he vuelto Gizmodo y me he pasado a lo cibernético tota. Movil Samsung. ¡Vaya tela con los koreanos! Es brutal.
Pero claro, el momento bióxido tenía que ser completo. Mientras lo compraba, me encontré (curiosamente) con mi padre. Así que solucionamos papeles. Ya vuelvo a ser un peatón con todas las de la ley (aunque con una maldita multa pendiente). Con la cosa de que mientras lo hacíamos yo tenía la llave del coche puesta, y con el sistema eléctrico encendido (sin encender el motor). Resultado: cuando voy a arrancar el coche, se ha quedado sin batería.
– Rocío, preciosa, que llego tarde a la reunión.
– ¿Te ha pasado algo?
– Nah, nada fuera de lo normal. Estoy esperando a la grúa. Luego llego.
– Vale. Nosotros vamos tarde (para variar).
Todo esto, por supuesto, con todos los números en el móvil antiguo y haciendo un croquis genial.
Llega la grúa (después de una hora) y me toca un chavea nigeriano que tenía una idea de español bestial. Si lo del coche pasó a las seis, conseguí llegar a la reunión casi a las ocho. ¡Y no habían empezado, desde las seis y media! La capacidad de organizar a todos los frikis que siguen teniendo esta gente es brutal.
Salón Manga Jerez 2006. Mi sexto (y a ver si esta vez es verdad) y último salón como organizador. 21, 22 y 23 de Abril.
Una vez terminado, nos fuimos a una tetería nueva. Rocío iba diciéndome por el camino que era una tetería de ambiente (O.o). Curioso cuanto menos. Y allí que entramos. ¡Sorpresa! Chema y Juan (de Fangoria) de camareros. Allí, por supuesto, Enrike con el resto de frikis (parece que han hecho el sitio suyo). Y cuando me preguntan por qué me ha pasado, mi respuesta.
– ¿Habéis visto destino final, que les perseguía la muerte y esas cosas? Pues a mí me persigue el espíritu del bióxido. Y hace que cada día de mi vida sea un poco más… divertido.
– (Risas de los oyentes).
Risas, sí… Bueno, uno termina por acostumbrarse.
Cuando me di la vuelta, allí estaba ¡Pitu! Muy bien acompañada, por cierto. Y lo que pasó después de eso, es una historia para mañana. Para cuando termine en la facultad, que tengo un día de clases horrible (y tengo que ir a clase), que terminar la aplicación de AsCII, y revisar un poco el Bloglines. No lo he abierto todavía porque me da miedito toooodo lo que tengo atrasado por leer. A ver si soy capaz de ponerme al día.
Hay ganas de leer las crónicas de DAC (lo siento, pequeño. Lo tengo que poner sin corchetes, porque si no se fuma el sindicado), que tiene que haber llegado ya de Holanda (¿era Holanda?). Pero mañana supongo que también tendrá que ponerse al día, volver al trabajo… Eso sí. Su flikr está que revienta de fotos. Para el que le interese, que se pase por su página.
Mañana más.
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