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Un blog a 60 pulsaciones por minuto


Pilimindrina se va

Nos deja. Ha conseguido ser feliz, y deja la blogocosa por un tiempo.

Su último RSS perdura, pero su página ya no. Fue una de las primeras personas que conocí cuando empecé en la blogocosa, así que con su permiso os reproduzco su despedida:

Cuando era pequeñita y leía esa frase al final de un cuento, siempre me imaginaba que el príncipe y la princesa, una vez juntos por fin y habiendo derrotado a la malvada bruja, ogro, madrastra o monstruo correspondiente, vivirían a partir de entonces una vida idílica, llena de amor de ese con el que salen corazoncitos hasta de debajo de las pestañas, por siempre jamás.

Cuando vas creciendo empiezas a captar un poco mejor la metáfora o eufemismo oculto en la frase: el príncipe y la princesa se casan y empiezan a vivir juntos. Después de eso pueden llevarse más o menos bien, pero seguro que tendrán un montón de discusiones y peleas, como en toda pareja que se precie. Quizás incluso las desavenencias lleguen a un punto en el que ambos no puedan aguantarse más y se separen. Puede que incluso la princesa despelleje al príncipe en el acuerdo de divorcio. O que el príncipe se tope una buena mañana con una atractiva campesina y decida ponerle unos hermosos cuernos a su princesa, que para entonces habrá engordado 35 kg y usará cada noche mascarilla de pepinos y rulos.

Pero me estoy saliendo del tiesto… Lo que quiero decir es que, en la vida real, «y fueron felices y comieron perdices» quiere decir, nada más y nada menos, que: «después de pasarlas putas y aún así seguir luchando contra viento y marea, Fulano y Mengana finalmente consiguieron aquello que querían. A partir de ahora, cómo vayan sus vidas dependerá únicamente de ellos mismos».

Cuando empecé a escribir este blog, allá por finales de Marzo del año pasado, acababa de dejar a mi novio de entonces, estaba soltera y sin compromiso pero no muy feliz en Inglaterra, y no tenía ni idea de qué iba a pasar con mi vida ni de si este blog duraría más de dos semanas.

Hoy estoy en Nueva Zelanda, con un trabajo que me encanta, en un entorno natural maravilloso, haciendo un montón de amigos… y la persona a la que quiero ha decidido dejar su país y finalmente venirse a empezar una nueva vida a mi lado.

Ha terminado una etapa, y ha terminado bien. No podría pedir más. Francamente, si ahora mismo me topase con una lámpara maravillosa y saliera un genio a concederme tres deseos, no sabría qué pedir. Sí, diréis: un montón de millones, un chalet, una vuelta al Mundo… o más altruista que eso: salud para mi familia, que se termine el hambre en el mundo, que acaben las guerras, blablabla… Pero creo que sabéis a lo que me refiero tan bien como yo.

Empecé a escribir este blog porque llenaba una parte de mí que necesitaba una válvula de escape, un contacto anónimo con gente anónima, una afición que tengo desde pequeña y que nunca había puesto a prueba con «el gran público». Durante más de un año he estado escribiendo artículos acerca de mi vida con una frecuencia que me ha sorprendido a mí más que a nadie.

Sin embargo en estas últimas semanas, algo ha cambiado: mentiría si dijese que es porque «no tengo tiempo». Pero estos días, cuando me siento delante del ordenador, me doy cuenta de que lo que me apetece no es escribir un artículo acerca de mi vida. Empiezan a apetecerme otras cosas. Y el principal requisito para escribir en este blog es, por supuesto, tener ganas de hacerlo.

Así que me voy en busca de nuevos pastos. No tengo ni idea en este momento de si volveré a escribir un blog, y en caso de hacerlo, si sería con el mismo nombre, de la misma temática o en el mismo servidor. No tengo ni idea de cuál será mi siguiente paso. Ni tampoco de si podréis encontrarme allá donde vaya (cibernéticamente hablando, físicamente de momento no me muevo de Nueva Zelanda ;).

Antes de irme, me gustaría haceros un pequeño regalito a todos aquellos que me habéis seguido durante todos estos meses: a los que os caigo bien, a los que os caigo mal, a los que os reís con mis historias, a los que lloráis con algunas otras, a los que me halagan, a los que me insultan, a los que piensan que soy arrogante, a los que creen que me conocen… A todos vosotros, gracias por estar ahí. Pilimindrina es el nick de una mujer de 30 años que existe realmente; todos los relatos acerca de mi vida son reales, todas las situaciones, aunque escritas a veces con tono irónico, lo son también. Todos los personajes existen y siguen rondando por aquí, ignorantes de su peculiar fama blogera.

Mi regalito para todos vosotros es aquello que muchos me habéis pedido a lo largo de este viaje, y que nunca he querido daros. Siempre me ha gustado mantener el misterio, porque muchas veces no estar seguro de algo lo hace parecer mucho más interesante. Así que sin alargarme más, aquí os dejo una foto de Maus y mía. Fue tomada a finales de Septiembre del año pasado, cuando Maus se vino conmigo a Asturias. Y a cambio de este detallito, me tendréis que perdonar también que haya retirado el blog del servidor; sé que a muchos de vosotros no os hará demasiada gracia, pero una vez he decidido terminar con esto, me gustaría guardar mi diario virtual para mí solita durante una temporada indefinida, hasta que decida qué hacer con él.

«Érase una vez una chica asturiana que emigró de su país para realizarse como científica. Tras un par de años en Inglaterra durante los cuales descubrió que no era precisamente el país de sus sueños, conoció a un inglesillo vegetariano con el que empezó una aventura que acabó convirtiéndose en algo más serio; más o menos por aquellas fechas, la asturianina recibió una oferta de trabajo que no podía (ni quería) rechazar: un puesto como científica en una pequeña ciudad de Nueva Zelanda. El inglesillo vegetariano, sin estar muy convencido, decidió irse con ella. Tras casi dejarla plantada en el aeropuerto y un par de meses en el que tan pronto decía que se quedaba como que se iba, el inglesillo decidió tomar las de Villadiego y volverse a Inglaterra, dejando a la asturianina con el corazón roto. Pero el poder del amor fue más fuerte que la distancia (¡oigh, qué potito!), y finalmente el inglesillo decidió volver a los brazos de su amada.

Y fueron felices, y comieron perdices»


PD: Bueno, el inglesillo comió ensalada… no olvidemos que era vegetariano

PD2: Espero que vuestros sueños se cumplan también.

PD3: ¡Hasta siempre!

Pilimindrina

P.D.: Tengo esa foto 🙂



2 respuestas a «Pilimindrina se va»

  1. yo seguia todos los dias a la pili durante los dias en las computadoras de escuela por lo que despues de vacaciones me estrelle al ver el blog vacìo y no enterarme de su despedidad, por lo que fue un gran awite todo este tiempo…

    muchisimas gracias gracias

    XD

    PD. poner pilimindrina en technorati si sirve 🙂

  2. Vaya, leia el blog asiduamente y no llegue a tiempo para ver el ultimo post (¡putada!) pero buscando vi que muchos blogs se hacian eco del post gracias al cache de google (sin la foto). He vuelto meses despues para buscar la foto y me topo contigo ;). Si tienes la foto te agradeceria que nos la mostraras, tengo mucha curiosidad por ver si Maus y Pili son tal cual me los imaginaba (va a ser que no).

    If so, puedes mandarla a borjaacostavizcaino arroba gmail punto com.

    Un saludo

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