El domingo estuvimos en la Sala BOSS. Y después de lo que vivimos allí, os aseguro que el domingo que viene repetimos.
Ambiente genial, y los mejores DJ’s y músicos en directo de 20h a 2h. El único problema, que hay que sortear a los grandes imbéciles de los porteros.
Nos acercamos y cuatro porteros atacan a las rubias.
– Vosotras estáis en la lista. Pero vosotros no. Chicas, entrad.
– ¿En qué lista? Si nosotras acabamos de llegar…
– Vosotras entráis gratis.
– Ah, vale.
– Vosotros, si queréis entrar, 10€. Si no, os vais.
(*___o)
– Si nosotros nos vamos, ellas también se vienen.
– Pues son 10€.
Está claro a lo que van. Pero vamos, de sitio pijo nada. Al entrar te puedes encontrar de todo. Y cuando digo de todo, es de todo.
Hace dos miércoles estuvimos en Caramelo (ellos el miércoles pasado también, pero no puedo seguir su ritmo, uno intenta estudiar y esas cosas :P). Y ¡vaya sorpresa! Buen ambiente, y un DJ con una música muy buena, sabiendo mezclar perfectamente y mantener a la gente arriba. Me quedaron ganas de repetir, y cambió mi percepción del sitio. Mucho guiri (casi todos) y gente nacional buscando carne Erasmus. Muy pocos emparejados, y un poquito de cara.
El domingo, en BOSS, la cosa fue un poco distinta. No tantos guiris, mucha más gente local, y de todos los estilos. Nos lo pasamos de escándalo, pero me tiré media noche mirando unas cuantas cosas que me llamaron la atención.
Para los interesados, es un local con bastante cruising entre la gente joven, que van con novia pero se dejan llevar en los excusados y en la puerta a espaldas de las susodichas. Tiene zonas elevadas y hay muchos elementos que se quedan allí durante toda la noche oteando el horizonte, buscando oportunidades (momentos solitarios de alguna víctima) para lanzarse en picado cual águilas desde la parte superior, bajando corriendo escaleras. Muchas miradas, mucho roce, y gente de todos tipos y ambientes. Multicultural, pero de tapadillo y demasiado evidente para el que quiere ver, y a veces para el que no quiere (los de las escaleras… hay gente que no sabe ser discreta). Hace que se cree un ambiente extraño a veces, lo que hace que lo mejor para ir a BOSS sea ir acompañado de un puñado de amigos y olvidarse de que el resto de la gente de la discoteca existe.
Las go-gos, impresionantes. Los go-gos, lo más triste del planeta (un tipo cani, chaqueta de chándal abierta de color amarillo pollo y con flores rosas estampadas, calzonas blancas, cuatro collares de oro que le llegan hasta el ombligo, medias de fútbol blancas subidas hasta las rodillas, y zapatillas de deporte).
Este miércoles, en BOSS, es el Oktoberfest, la fiesta alemana de la cerveza. No es la única, este miércoles hay como cinco fiestas simultáneas.
Un servidor, por su parte, se queda en casa durmiendo, que la agenda está hasta arriba y hay mil cosas por acabar.
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