Una noche más. No era la primera.
Había vuelto a ser estupenda. Pero cuando la ropa volvía a cubrir nuestros cuerpos, llegó el momento de la verdad.
– Nat.
– ¿Si?
– Cuando salgas por esa puerta no quiero volver a verte más.
– […] ¿Por qué?
– Porque voy a terminar enamorándome, y no quiero enamorarme de un gordo.
La puerta se cerró tras de mí suavemente al tiempo que salía. Sin portazos. Sin despedirme. Ya nos lo habíamos dicho todo. Y era más que suficiente.
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