La última entrada de este cuaderno fue hace ya un año. Justo cuando pensé en comprar otro porque éste se iba a acabar pronto. Y aquí estoy. En callao, de nuevo, en un Café y Té. En el Café & Té de siempre. En el que esperé la primera vez.
Hoy todo es gris. Son las ocho de la mañana, y tras dos encuentros de lo más casuales en el inframundo, la superficie se torna gris y lluviosa. Aunque menos de lo que ha sido ydurante el viaje. Quizá despeje al abrir la tarde.
La vida aquí parece seguir siendo igual, aunque quizá esté todo un poco más apagado. Quizá soy yuo el que lo ve todo un poco más oscuro. Pero seguro que es el tiempo. Y también el clima.
Después de tanto tiempo sin volver, vuelvo a sentirme extranjero. Una sensación extraña. Suelo adaptarme bastante rápido a las ciudades, y era así en el subsuelo. Pero la superficie ha podido conmigo. No sé si han sido los recuerdos. Puede que sean las ilusiones. O el sentimiento que atenaza. Ese que, desde anoche, dice que, pase lo que pase, va a salir mal.
Es jueves, y Madrid está dormida. Parece que la lluvia ha paralizado la superficie. El subsuelo, bullicioso, con todos aquellos que la sociedad olvida o no quiere ver, sigue trabajando por una ciudad que no es la suya, mientras hombres y mujeres de negocios, de grandes coches y salarios, pasean por una ciudad suya. Suya en propiedad, de sentimiento y moral, por la que nunca han hecho nada. Mientras, el subsuelo sigue rugiendo con manos y voces de todos y ningún país, sin que nadie haga nada por escucharlos. Sin hablarles, siquiera para reconocer que, más que ninguno, son ciudadanos de pleno derecho, el verdadero motor de la ciudad.
Es increíble ver cómo funciona un diario. Me he dado sólo por echar la vista un poco atrás. Un año. Ilusiones. Pensamientos. Y se han cumplido tantas cosas…
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