La jornada de ayer fue triste, muy triste, para España. El futuro cada vez se ve más incierto. Las cosas cada vez van a peor… ¿Quizá estoy teniendo una visión demasiado pesimista de las cosas?
Ayer, hablando por twitter, llegamos a este punto en una conversación:
@bi0xid Lo que están dentro del Congreso representan a millones, lo que están fuera a miles.
— Luis F. Rull (@LuisFRull) September 25, 2012
Por supuesto, no puedo más que darle la razón a Luis Rull padre. Pero hay una cosa que tenemos que recordar, siempre:
Título Preliminar; Art. 1.2 La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
La soberanía reside en el pueblo. Del pueblo emanan los poderes del Estado. ¿Qué pasa cuando no te sientes representado por tus representantes? ¿Qué pasa cuando ni uno de los que están dentro de ese Congreso defiende tus ideales? ¿Qué pasa cuando el poder Ejecutivo te apalea, el Legislativo hace que no llegues a fin de mes, y el Judicial siempre falla en tu contra?
Si miles de personas salen a la calle a gritar no nos representan, ¿para quién gobiernan los de dentro?
Nos llenamos la boca hablando de soberanía y de democracia, pero aquí nada reside en el pueblo. Ni lo uno, ni lo otro. Una mayoría absoluta con 10.830.693 votos fue una puerta abierta a que 185 personas puedan decidir qué hacer con el país, en cada momento, sin que nada más importe. ¿Programa electoral, promesas electorales? Hitler, por lo menos, tuvo la decencia inicial de cumplir con su programa. Aquí, en España, todo vale y nada importa.
En días como hoy me encantaría que nos rescataran de verdad. Que intervinieran España. Que se levantara todo lo que hay por aquí. Y que muchos de nuestros gobernantes (de todos los colores) se vieran, como se merecen, en la cárcel.
Sería el principio de una España mejor. Y puede que con futuro.
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