Pues hoy por fin, después de una semana, hemos conseguido encontrar abierto el ensalá (más conocido como Inshallah).
En el ambiente agradable en el que nos movíamos, nos encontramos con el depresivo dueño diciéndonos que no había estado abierto regularmente porque cierran mañana. Chapan, y a otra cosa.
Así que se acabaron las tertulias. Los pasteles. Los monólogos. Los recitales. Los guitarreos de por la tarde. El buen té. Y las buenas catximbas asesinas que marean al personal.
Una pena por ellos. Nosotros seguiremos alamedeando.
Eso sí. Nos hemos despedido haciéndoles un buen gasto.
Ya sabéis. Mañana, último día.
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