Imagináos que un día os da por iros de viaje. Vamos a poner… Sidney, Australia. Cerca, ¿eh? No tiene por qué ser cercano.
Imaginaos que es de noche, y que decidís salir a explorar la ciudad. Una noche divertida. Visitáis un local de copas, buen ambiente, buena música… Poco a poco se va adentrando la noche y decidís pasaros por algo más movido, tipo discoteca. Os ponéis a bailar, una copa, os desinhibís un poco, empezáis a charlar con la gente… De repente, os encontráis con una buena conversación. Y seguís charlando. Unas risas, os contáis historias, intimáis un poco… y de repente tenéis ganas de estar un tiempo a solas, sin nadie más. Vosotros dos, únicamente. Para poder conoceros, estar tranquilos, charlar… Pero no es de aquí, y tú tampoco. Estáis los dos de prestado, y no conocéis nada de la ciudad. ¿Qué hacer?
Descubrís que el local tiene un servicio que no conocíais. Es un pequeño recinto anexo, con la luz baja y unas cuantas habitaciones, con calefacción, donde podéis ir a charlar, a conoceros mejor sin ruido y sin la música a todo volumen. Y quizá allí, sin las miradas de toda esa gente que no conocéis, no os importe dar un paso más e intentar quizá un pequeño cortejo. O incluso intentar robarle un beso. Ahora tenéis para vosotros toda la noche por delante con vuestro rinconcito de intimidad.
Un cuarto oscuro es un servicio que ofrecen algunas discotecas. Por supuesto, el uso que se haga de ellos es absolutamente personal. Nacieron en los locales gays por la intolerancia que existía (y que a veces aún existe) en las sociedades. Salir a la calle de la mano de alguien de tu mismo sexo era castigado, y los momentos de intimidad se hacían tremendamente difíciles. Así, empezaron a crearse pequeñas comunidades alrededor de ciertos locales, donde se podía dar rienda suelta a cualquier tipo de sentimiento, siempre con derecho de admisión para evitar intolerantes, resguardar la privacidad, y asegurar el respeto a los usuarios. Un submundo paralelo y poco conocido que hacía que ciertos locales siempre estuvieran llenos, casi como lo están hoy en día.
Hay locales que han llevado la ‘zona oscura’ hasta el extremo, haciendo salas independientes con distintos motivos. La primera sala que describimos existe casi siempre, pudiendo haber algunas más, con distintas decoraciones y distribuciones, con otras finalidades no tan románticas, por decirlo así.
Pero, ¿por qué llamarlo perversión? Sólo ofrecen un poco de intimidad. Utilizarlos, y el cómo utilizarlos, está en cada uno.
P.S.: La primera vez que le conté a una amiga curiosa qué era un cuarto oscuro, su pregunta fue: «¿Y eso por qué no existe en todas las discotecas?».
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