Aunque esté de moda en todos sitios (incluído el jueves) no vamos a hablar del dichoso programita de televisión.
Dentro de diez minutos salgo para Cádiz, nueva revisión del aparato. Si es que… no tenemos remedio. Ayer, viniendo, me encontré en el tren a la cenicero. Que me contaba que soy igual que su marido –igual igual seguro…–, que el médico nos dice algo y lo vamos haciendo, pero que con el tiempo nos confiamos y, al final, vuelve a petar.
En mi caso hemos pasado de creer que el aparatito no servía para nada a que estemos aquí de nuevo gracias a él. Y eso hace que, como cada vez, toque cambio. Un pequeño cambio, pero que sirva para concienciarnos de que la cosa está ahí.
La última vez dejé el pelo crecer. A ésta toca cortarlo. Que sea un cambio visible (aunque no sea radical). Y que deje al aire todo el tiempo el tattoo, que era una de las cosas que cubría el pelo.
Y claro, ahora también el aparatito forma parte de la familia. Los comentarios son vuestros.
Necesitamos nombre para el aparatito.
Por favor, que no sea algo tipo ‘gon‘ o ‘ro‘, monosílabos ellos, que son como pijos que te cagas pero sin el como.
Tamagotchi también está vetado. ¿Alguna idea?
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