Es curioso lo que puede llegar a ser una casa y conocer a sus habitantes. Después de unas semanas nos vamos conociendo más y mejor, y la pequeña casita de la Alameda tiene como mínimo 5 personas diariamente dando vueltas por allí. De ellas, al menos dos alemanas.
La cuestión que me trae a escribir ésto hoy es que en estas dos últimas semanas me he dado cuenta de cómo cambiamos. Porque he visto a las niñas salir, y he salido alguna vez con ellas también, y cuando salen se ponen muy guapas. Pero cuando van a clase son totalmente distintas. Formales, arregladas, zapatos, camisa, jersey…
Claro que yo tampoco puedo decir nada. De las pocas veces que me han visto salir, dos de ellas iba con lentillas rojas, de riguroso negro, y con los ojos pintados…
Pero de ellas hay algo que no cambia: su olor. Tienen un olor… característico. Y como compartimos tocador, he descubierto que no viene dado por el rubio del pelo. Tiene otra razón.
Si quieres oler a Alemania, úsalo. Sé que en el
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