El de hoy es un artículo difícil. Difícil de plantear, de escribir. Hoy quiero contaros lo que no se ve de nuestra profesión.
Oh, perdón. Antes de nada, aquí RaveN. De profesión, Ingeniero Informático.
Hay muchas cosas que contar y difícil la forma de contarla. Porque la intención de este artículo es que todos lo que leéis esto, blogueros, seáis capaces de adentraros un poco más en nuestro mundo. En por qué somos así. Por qué actuamos así. Cómo pensamos. Cuál es nuestro ciclo de vida.
Vamos a empezar al revés. Por lo más difícil. Por lo incomprensible.
cc SkyManiac
¿Qué sois capaces de ver en la foto? Os lo cuento: un puñado de ordenadores en el centro de computación del CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear), uno de los más grandes del mundo.
¿El primer comentario en flickr? -> Geek orgasm! ¿Por qué? Nosotros no estamos viendo un puñado de ordenadores, apilados, uno encima de otro. Nosotros estamos literalmente babeando y soñando con lo que podríamos hacer si tuvieramos a nuestro alcance toda esa capacidad de computación en su estado más primario.
El mundo de hoy no conoce esto. En el mundo de hoy, muchos de los que nos rodean saben mucho de ordenadores porque son capaces de conectar a internet, tener un blog (o un myspace), un fotolog, una cuenta de messenger, y una cuenta de Gmail. Y juegan al WOW y son administradores de un foro.
Son ellos los que te miran raro cuando te encierras durante tres días en tu casa instalando un servidor. Por supuesto, nunca lo entenderán. ¿Qué es un servidor?
Un servidor no es más que un ordenador cualquiera. Un ordenador, que tienes en casa. Un aparato al que llegas con un simple CD, y al que te acercas y le dices bajito, muy cerca, –»Ahora estamos aquí solos tú y yo». Si alguien te viera te tomaría por loco. Pero tú estás ahí, ante la bestia. Un puñado de circuitos integrados soldados, un microprocesador, unas tarjetas de memoria, y tú. Tú. Y delante, el universo. El hacer que un puñado de tarjetas sin sentido, de circuitos integrados, encajados unos con otros, sean capaces de mostrarte una imagen por pantalla. Que en esa pantalla haya una consola de texto. Y que, a base de órdenes y de archivos de configuración, seas capaz de que tenga un disco duro útil, que pueda utilizarlo, que muestre un entorno gráfico, internet, red, seguridad, wi-fi, bluetooth… Hacer que un trozo de lata y plástico se convierta en algo útil, en una maravilla de la tecnología.
Alguien que se sienta cada día delante de una pantalla y la enciende simplemente, sin importarle qué es lo que se mueve por ahí adentro, no puede entender este sentimiento. Que puede parecer un sentimiento estúpido. Pero que puede ser, en muchos sentidos, extraordinario. Nos hace perder la noción del tiempo. Del espacio. De todo. Y después nos hace sentirnos como dioses. Como si hubieramos creado a Frankenstein.
© 802party
Pero no todo el mundo está a ese nivel. Ese, creo, queda reservado a algunos a los que nos consideran enfermos de la tecnología. Los destripa-todo que tenemos una cajita llena de transistores en un cajón de la mesilla de noche.
Después de tanto hardware, viene una categoría más accesible: el software. Software en estado puro. Desde su base, desde las funciones más básicas de cualquier circuito integrado. Código. Máquina. C. PHP. ASP. Un mundo de posibilidades. El sentimiento, el mismo que en el hardware. Estás creando. ¡Creando! Lo que acabas de escribir ¡tiene vida!
Desde lo más básico a lo más complejo. Un plugin, un tema, una página de documentación… información donada a la comunidad. Que la gente pueda aprender de ti. Que te puedan corregir. Que puedas aprender de ellos. Que todo forme un círculo vicioso de aprendizaje que hace que la comunidad se arraigue y que sea cada vez más importante, así como sus miembros. Otra de esas cosas que no se pueden explicar. Y habrá gente que nunca entenderá ese tipo de reuniones.
Pero esto también tiene un problema básico. Y es un problema importante. La socialización.
La vida de un informático medio tiene, comparándola con la de cualquier otro ser humano, 36 horas al día. O lo que serían 36 horas si comparáramos el uso del tiempo con el de cualquier otro mortal no informático.
Eso es porque trabaja a horas intempestivas (normalmente, cuando la gente no dice chorradas en el twitter, cuando no te acosan por msn, cuando no te mandan correos absurdos, cuando no hay luz, cuando no hay ruidos, cuando tú y tu música podéis ser uno y nada ni nadie te desconcentra…) y su aprovechamiento del tiempo es realmente elevado: le pone tanta pasión y tanto empeño a lo que está haciendo, que se convierte en una cuasi-obsesión hasta que lo termina.
Pero, como decíamos antes, existe ese concepto que los informáticos no solemos llevar muy bien. La socialización, entendida como tal, es más que posible. Tu gimnasio, tus actividades lúdicas, semanales, tus viajes… Todo sin problemas.
El problema real viene (y alguno podrá luego comentar para darme la razón) cuando no estás solo. Después de esta frase pensaréis que estoy diciendo una barbaridad, y en realidad la estoy diciendo. Pero pensad en que para llevar una relación de pareja un ingeniero/programador/informático tiene que cambiar radicalmente su forma de vida.
- Para empezar, nada de días de 36 horas. Los días ahora tienen 24 horas (¡te faltan siempre horas por todos lados, la cola de cosas por hacer en la PDA, en el correo, en el gestor de proyectos, es siempre increíblemente larga!). Lo que implica que, si quieres tener una relación de pareja sana, tienes que ser capaz de incrementar tu productividad en un 20%. (Ya sé escribir más rápido, pero el cerebro tiene un límite y no puedo leer y entender las cosas a más velocidad 🙁 ).
- La PDA ya no te dice si tienes correo nuevo cada 5 o 10 minutos. Ahora, el tiempo mínimo es de media hora. Y sólo para la cuenta del trabajo. El resto, cada dos horas como muy pronto.
- La PDA no se mira constantemente. Se mira si tienes correo nuevo si estás trabajando. Si no, ni flores. En las comidas se queda en el bolsillo. Y en silencio. Los momentos de dos son de dos, y ni que explote un datacenter debe romperlos.
- El ordenador no se enciende antes de dormir para mirar el correo. De todas formas, no te vas a poner a arreglar nada (si aprecias en algo tu vida sexual). Así que se mira por la mañana. (O, en su defecto, en el baño en la PDA justo antes de irte a dormir, sin que nadie se dé cuenta).
- ¡La oficina! Si te vas a trabajar a la oficina, significa que cuando estás en casa no trabajas. Si dejamos que esto pase, nos podemos olvidar también de cualquier curro conocido. Seamos realistas. Ningún ingeniero o programador trabajando 40 horas semanales es capaz de sacar los proyectos necesarios adelante. Y, por supuesto, no vamos a estar más en la oficina que en casa. Porque no es sano. Porque a las horas que queremos trabajar no podemos estar allí. Porque es altamente improductivo para nosotros. La oficina es un lugar de trabajo común, no un lugar de trabajo personal. Para trabajar de ingeniero/programador hay que conocer el significado de la palabra flow y aplicarla al menos una vez al día.
- Ahora, por supuesto, tienes una pareja. Y con ello viene el sentimiento de amor, de salir, cenas, hacer cosas juntos, iros de viaje… Mil cosas que llenan el espíritu de otra forma. No todo pueden ser máquinas. Pero eso crea también una distorsión en el espacio-tiempo que hace que se reduzca sobremanera. Y ¡Ah! ¡Te faltan horas para terminar! ¡De las horas de sueño ni se te ocurra cogerlas!
Y mientras aumentamos nuestra productividad total a cerca de un 50%, sólo nos queda una solución.
© xkcd
Nota: Casos absolutamente exagerados a modo humorístico. Si te encuentras en este caso concreto, tienes dos opciones. Una, cambiar de trabajo. Te exigen demasiado, y te quedas infinitas noches sin dormir para cumplir plazos de entrega cuando tus clientes casi nunca cumplen sus plazos de pagos. Dos, cambia de novi@. O quizás deberías llevar a la práctica las dos. Ahora, eso sí. Cambia de pareja. No pienses que quedarte solo será la solución. Durante mucho tiempo pensé que las únicas personas capaces de entendernos eran los ingenieros y los actores, y resulta que hay más gente ahí afuera capaces de entender nuestras pasiones y necesidades.
¡OJO! Entender, que no comprender. Si aspiramos demasiado, lo único que conseguiremos será tragar polvo.
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