No sé si habéis visto la nueva campaña de nuestro gobierno que dice que con 26º es suficiente para que ahorremos con nuestros aires acondicionados. Sí, muy bonito. A lo mejor en Salamanca. Pero en Sevilla, seguro que no.
Cuando se lee un poquito por ahí, se encuentran estas cosas:
Si se instalara suelo radiante frio, con 26ºC seria suficiente para tener el mismo comfort que con aire acondiconado a 24ºC, y ademas se ahorraria un 30% de energia.
¡Estupendo! Ahorro energético. Genial. En realidad, somos personas concienciadas acerca del cambio climático y nos encantaría poder ahorrar. Por el calentamiento global, y por nuestros bolsillos, que últimamente la cosa con las eléctricas está prohibitiva. Pero no es el caso de Sevilla. Aquí las cosas se hacen al revés.
Si con un suelo radiante frío podríamos quitarnos el calor poniendo el aire a 26ºC, aquí con 26ºC (y la muestra la tenemos esta misma mañana) hace un calor agobiante. Porque nuestros suelos son radiantes, sí, pero calientes. El asfalto aquí no es el asfalto que se utiliza en los aeropuertos. Aquí, con 40ºC, al solecito, empieza a derretirse. Y con 34-36ºC, se puede ver (¡ver, sí!) el humito subiendo desde el suelo. Cuando estás andando por encima es una alegría. Aunque claro, uno no va andando por las carreteras. Lo más normal para un día fresquito es acercarse a la Alameda, donde el suelo es de piedra refractaria, una piedra que soporta estupendamente las altas temperaturas, pero que también las mantiene.
En definitiva, si el aire se pone en casa a 26ºC, en Sevilla te mueres de calor. La ciudad (menos el casco antiguo, claro está, que los árabes sabían hacer las cosas bien) está preparada para el calor. Para mantenerlo.
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