Hoy os voy a contar un cuento. El cuento de La Sirenita. Y perdonadme los y las que venís de nuevas, pero me va a costar ordenar todo esto. Espero que algo se entienda.
Un poco de introducción
Hace muchos años, allá por principios de siglo (y qué viejos nos hacen sentir decir esto), las redes empezaron a moverse. Todavía no existían estas cosas que hoy en día llamamos Redes Sociales, y lo que había era distinto.
En aquella época lo que se llevaban eran los foros de internet. Y, poco a poco, iban proliferando los sitios donde la gente iba haciendo un journal, un pequeño diario online donde iba contando cosas. Y así sitios como LiveJournal y blogger (que en aquella época necesitaba hosting propio) empezaban a hacerse famosos. Hasta que fue comprado y dejó paso a blogspot.
Eran también tiempos de irc, un sistema de comunicación que funcionaba por canales (como lo que tiene ahora Discord), y donde la gente entraba para charlar. Ahí muchos foreros y foreras se encontraban, reían, se entretenían, hacían amistad, y se organizaban. No sólo se jugaba al trivial en los canales. Se forjaban relaciones reales, donde la gente iba conociéndose poco a poco.
A través de estos sistemas, y a través de los comentarios de uno y otro blog, la gente también iba organizándose, y se organizaban KDDs (quedadas) y pequeños eventos que se llamaban Beers & Blogs, donde gente con blog iba a echar unas cervezas. Y los blogs crecían en los laterales, eso que llamábamos blogroll, y que no eran más que los blogs de nuestros colegas, los blogs que nos gustaban, y todos escribíamos en los de todos. Todo era menos serio y más personal, menos técnico. No había preocupación por el SEO, ni por el posicionamiento, ni por los seguidores. Era una forma de conectar con un mundo que estaba a la vez lejos y muy cerca.
Eran otros tiempos, los que escribíamos en blog éramos relativamente pocos (aquello que llamábamos la blogosfera), y muchos y muchas nos conocíamos en persona porque hacíamos por encontrarnos también en el mundo 1.0 y ponernos cara. Porque eran muchas horas de leernos, escribirnos, decirnos, e incluso amarnos. Nos cogíamos cariño. Si algo pasaba, nos preguntábamos. A partir de las 3 de la mañana (lo que nosotros llamábamos la hora bruja), en el irc, nos contábamos intimidades, vivencias, preocupaciones, y dejábamos bajadas esas defensas que todos tenemos para ser un poco más vulnerables.
Muchos y muchas nos conocimos gracias a internet. Muchos de mis amigos actuales han aparecido por internet. Algunos de los antiguos, del irc. Con algunos después hasta he montado Salones Manga. A Moi lo conocí jugando a League of Legends. A Fran lo conocí en Badoo, y quedamos por primera vez en persona después de cruzar 1723 palabras (un detalle que recuerdo porque me regaló todas nuestras conversaciones, encuadernadas, en nuestro primer aniversario). Otros son del Telegram de Pokémon Go. Un par de ellos, en Grindr. A otros, en quedadas de TwittSev y TwittMad, donde los que interactuábamos por Twitter nos poníamos cara. Todavía cuando alguno de ellos me manda un mensaje privado se me pone una sonrisa en la cara y me preguntan en casa si me está escribiendo el novio ?. Porque las redes en realidad son una herramienta de comunicación. Una herramienta que nos ayuda a tener cerca a todos aquellos que no tenemos justo al lado cuando a nosotros nos gustaría, pero que nos permite saber de ellos a través de perfiles, estados, historias… Que nos permite no perder el contacto. Que nos permite hablar a diario con la familia aunque esté lejos. Organizarnos. Querernos. Pero no por ello elimina la necesidad de, cuando tienes una verdadera relación de apego con alguien, querer volcarla al 1.0.
Ya no recuerdo ni cómo ni cuándo ocurrió (quien me conoce sabe que sigo sin tener bien la percepción temporal), pero también un pequeño grupo de amigas (lo escribo en femenino porque son mayoría) surgió en un momento dado porque todas seguíamos a La Sirenita. De ahí mantengo y conservo también muy buenas amistades, que hacemos por vernos siempre que podemos y que hablamos a diario, y que hemos pasado muy buenos ratos. Gente con la que incluso trabajo a día de hoy y estoy montando proyectos a futuro. Porque las cosas son siempre un poco distintas una vez que te conoces en persona. Y mira, algo bueno tenía que tener todo esto.
La Sirenita
La Sirenita apareció en nuestras vidas hace mucho, casi a principios de siglo. Ya ni recuerdo cómo. Sí recuerdo que escribíamos de forma asidua en los comentarios del blog de la Etxebarría, ese que casi cerró después de un artículo que colgó diciendo que iba a hacer una entrevista y que qué le preguntaba al susodicho (¿José Coronado?), aparte de cómo iba su tracto intestinal porque anunciaba yogures. Escribió un segundo artículo diciendo que le habían cancelado la entrevista, y empezó a entender el poder de las redes ?. Y también recuerdo que a partir de los comentarios del blog de la Etxe (que eran prácticamente un foro) leíamos los blogs de los demás. Recuerdo con cariño también a un chico de Murcia que vivía unas aventuras curiosas. Pero todo eso ocurrió en mi bloque anterior de memoria, así que tengo muchas cosas confusas.
La Sirenita se presentó a un concurso de blogs. Muchos y muchas, que ya nos conocíamos en persona, sospechábamos qué había detrás de su blog, pero con su presentación al concurso lo confirmó. Su presencia en la red, en el blog, era su alter ego. Era una figura que utilizaba para ser irreverente, descarada, y sin filtro. De la entrevista que dio en aquella época podemos quedarnos con estas perlas:
Nuestro desdoblamiento de humanos a personajes de comic y viceversa. No te imaginas la libertad para ser canalla que te da eso.
Como somos dos enfermos, directamente nos metemos con TODO. Lo más sano de todo es no meterse con nadie y escribir sobre gatitos o sobre lo que has hecho el finde con tu cuñado pepeluis. Pero como nosotros somos dos enfermos, olvidamos ese tipo de cosas y directamente nos metemos con TODO.
Pero hay dos que se llevan la palma. Y son estas dos. La primera:
Ser blogger es un poco triste porque aunque te sientas más importante, no te sirve absolutamente para nada. Como vas de incógnito por la vida, estás obligado a dejar el trajecito de blogger en la cabina y saludar a tu portera como cada mañana vestido de Clark Kent.
Y esta última, que es también de 2007. Ojalá se haya dado cuenta ya.
Olvidamos que el hábito no hace al monje, igual que el poner una cursilada con muchos unicornios no te hace poeta y, desde luego, tener muchas personas que te lean a diario no te convierte en escritor.
La Sirenita nunca entendió que sólo ella y un par más iban de incógnito. El resto contábamos, con más o menos gracia, cosas de nuestro entorno, de nuestra vida diaria, de nuestras preocupaciones, viajes, trabajo… Éramos (y somos) personas reales.
Después de un tiempo de blog, se cerraron los comentarios. ¿Por qué? ¿Quizá porque nos escribíamos de un blog a otro citándonos? Nah, en su caso no, porque nunca interactuaba con nadie en la vida real. Lo hizo porque le agobiaban y le quitaban tiempo (y ya había quien empezaba a cuestionar cosas). Así que el blog se quedó sin lo más importante de un blog: la conversación. Y se quedó pelado como bloc de notas donde uno pierde toda la potencia de la interactividad.
Pero llegó Twitter. ¡Sí! ¡Hazte un Twitter! Seguro que te gusta. Así podrás interactuar con tus lectoras.
Maldita idea. La Sirenita evolucionó a Mosquito y… la que ha liado el mosquito.
La historia personal
Ahora es cuando las nuevas os partís la caja (y con razón). En 2005 pasaron cosas y perdí la memoria. Por completo. Volver a pisar el mundo no fue fácil, y durante un primer tiempo, por razones que podéis suponer obvias, sólo me relacionaba con gente de mi entorno ya existente. Ellos, los médicos, y una psicóloga clínica. Y en esos momentos, fíjate tú, tienes dudas estúpidas. ¿Y si después de todo esto me he quedado medio tonto (chiste fácil que me harán mañana) y todo el mundo me está tratando en plan normal para normalizarlo? ¿Qué hago para descubrir qué es verdad?
Pues mirad qué cosa más estúpida. En Perdidos la forma de encontrarse fue encontrar un ancla. Como en Inception. Y yo busqué mi ancla. Alguien que hubiera interactuado en el pasado conmigo, no supiera nada de lo que había pasado, y que interactuara conmigo de forma normal de nuevo. Ya lo habéis adivinado seguro. Mi ancla, ni más ni menos, fue La Sirenita.
Un cruce de correos emotivo, un toma mi teléfono para lo que te haga falta, un par de me tienes aquí para lo que necesites, de verdad, y supongo ahora a posteriori que una hinchada de ego de las que hacen época.
Todo eso pasó en… 2005. Las interacciones no pararon. La vida seguía. Y llegaron Twitter y Telegram. A Fran le había hablado infinito del personaje. Eran muchos años conociéndonos (qué iluso, de verdad). Y con el Mosquito hablé mucho por Telegram. Y por Twitter. Grupos a 4, las dos parejas. Hablábamos de todo. De viajes, de ilusiones, del día a día, de mascotas… Muchas fotos nuestras y de nuestros enanos, y en tantos años sólo 2 de sus perros. Fran a veces sospechaba. Y yo, estúpido, le decía bueno, sabes que es una persona importante para mí, y si es tan críptico es porque algo querrá esconder. Ya sabes. Está enfermo, lo ha pasado mal… Es medio normal. No pasa nada si se lo respetamos.
Él medio normal, y yo medio subnormal. O entero. Durante años, incluso cuando Fran estuvo en el hospital, o un par de veces que me tocó a mí, estábamos pendientes del móvil, de hablar con su marido. No está bien. Está siendo difícil. Operaciones, líquido en el cerebro, cáncer, tiene que hacerle otro chequeo, le vuelve a operar… Ni sé cuánto nos habremos preocupado por esta supuesta familia. Tampoco sé la de veces que hemos intentado quedar con ellos. En alguna ocasión, casi nos habíamos cruzado. Otras, habíamos ido a Madrid para verlos, y ellos estaban en Barcelona porque no le habían dado el alta. Tantas y tantas y tantas veces…
Pero las enfermedades no lo eran todo. Con sus adopciones (je) fue muy parecido. En aquella época, Fran, Educador Social y TASOC, y yo, scout con muchos años con niños Asperger (ahora TEA), no paramos de recomendarle cosas para la adopción de Pedro. Sufrimos en casa una vez, y de viaje otra cuando todavía no había roaming e íbamos buscando wifis abiertas y cafeterías, crisis de Pedro en las que intentamos ayudar para que se solucionaran y estábamos pendientes del móvil y los mensajes en todo momento. De verdad. Miras ahora para atrás, y se deben haber reído a nuestra costa a pleno pulmón.
Alguien comentaba también en el foro que Esto no es Amar en tiempos revueltos, no te vas a un hospicio, te gusta la sonrisa de una niña, y te la llevas puesta. Hoy día conozco los procesos de acogida y adopción más de cerca, y el invent grita a pulmón lleno. Pero entonces no lo vimos. Estábamos centrados, perdiendo nuestro (poco) tiempo, en ayudar a una familia que creíamos cercana y que pensábamos que necesitaba nuestra ayuda. Cómo se rieron de nosotros.
El desenlace
Twitter es traicionero. Y la gente más aún. Un par de veces la gente preguntó más de la cuenta (que oye, que es normal que pase cuando cuentas tu vida con pelos y señales –y lo de los pelos es literal–) y el Mosqui saltó diciendo que quién se habían creído que eran. Nadie podía opinar sobre sus vidas sin su permiso. Ni intentar meterse. Ni darles lecciones de moralidad. Ni siquiera su opinión.
En aquella época aquello derivó en un candadito ?, pero hoy en día deriva en bloqueo directo. Porque en twitter, tú eliges qué leer. Y quién te lee. Y quien pueda llevarte la contraria, pues no interesa.
Esto lleva de título el desenlace, pero bien podría tener de título la debacle. No voy a hablaros mucho de las palmers, las elegidas por el SerdeLuz™ (es la siguiente digievolución de Mosquito) para seguirle. Son personas que han demostrado que pensar es algo que sólo se hace un par de días al mes (lo siento, es lo que demostráis). Imaginad. Hubo un momento hace unos veranos que quisimos hacer viral una foto de una playa sucia que subió el Mosqui (ya ves tú, prometió fotos –falsas, obviamente– si llegábamos a los 20k). Con los retuiteos, y después de ponerlo también en Facebook, apareció el autor original de la foto. Había puesto la foto dos horas antes que él en Twitter. Y todas las palmers saltaron al cuello del autor original diciéndole que borrara la foto porque la del Mosqui era la que valía. Y si seguís su twitter (después de años lo he vuelto a leer, pero leo sólo los destacados que se publican en los foros), de vez en cuando suelta alguna barbaridad, y tengo el convencimiento de que lo hace para testear hasta qué punto las palmeras le siguen de forma incondicional. A veces da mucha vergüenza ajena lo que llegan a defender. Y de verdad, como alguien había compartido ya por el foro, yo todo esto me lo imagino así:
Pero si Twitter es traicionero, Telegram lo es aún más. Aunque tuviéramos claro que Mosquito era un personaje, nos creímos que la interacción a través de mensajes privados, en grupos, las dos parejas, por Telegram… nos creimos que esa sí era real. Que aunque siguieran detrás de su pequeña máscara, estábamos hablando con las personas reales detrás de las cuentas. Qué error más imbécil.
Me está costando escribir esta parte por múltiples razones. Me dejo montones de historias y de detalles. De eso que podemos llamar, en general, estafa emocional, pero que no está penado.
Por Twitter conocéis la historia del blog. Es anecdótica. Durante años le insistí en que dejara blogspot y se hiciera un WordPress en servidor propio, para que el contenido fuera suyo y él lo controlara. A los años, me hizo caso. Me ofrecí a llevárselo todo, obviamente. Dominio, hosting y todo. Lo hice durante un tiempo. Un amigo suyo me escribió para decirme que quería que fuera un regalo compartido, y que quería pagar la mitad. Me mandó los datos de la factura. Se la envié. La pagó. Hace unos meses me pidió que le pasara todo a unos amigos suyos de una empresa que se dedica a WordPress. Hice copias de seguridad, y se lo pasé todo. Hoy ya no tenemos relación comercial. Sólo nombres, apellidos, DNIs, direcciones, contactos, y empresas que sirven para tirar hilos y enlazar cosas.
Pero cuando mi vida cambió, el Mosquito estaba ahí. Imaginad. Fran pensó muchísimas veces que si el Mosquito llevaba con un cáncer con tantas complicaciones desde los 14, que no paraba de reaparecer, estaba bien, por qué no él. Ese grupo de Telegram, que entonces y ahora estaba y está lleno de amigos muy cercanos y de confianza, lo compartíamos también con él. En ese grupo me vieron sufrir y llorar. Los tuve de apoyo. Me vieron caer y llorar. Y desesperarme. Fueron una parte importante para seguir adelante. Pero ahora, con perspectiva, puedo decir que Mosquito… digamos que se divirtió. Sí, me dedicó un artículo en su blog. El dolor no se va. No, no se va. Aprendes a vivir con él. Cuesta. Llevo dos años y medio, y tengo claro que todavía no he sido capaz de superar la fase de duelo, por diversas razones. Que al mes y poco de haberme quedado solo intentara psicoanalizarme para su proyecto final de Psicología no ayudó. Que cada palabra que dijera se la tomara por alguna razón como un ataque personal, tampoco. De nuevo, ahora con perspectiva nos suena a que quería cortar relación conmigo de raíz por alguna razón. Una persona desesperada, como yo en aquel momento, supongo que sería capaz de muchas cosas.
El día en el que terminó de enfadarse conmigo fue meses después de haberme quedado solo. Conté en mi grupo de confianza (16 personas, todas reales menos él –creo, ya no me fío–), que había tenido una relación sexual. En aquella situación, todo un logro y un avance. Todos los del grupo sabían que Fran y yo sabíamos cuáles eran nuestros estados de salud, y habíamos quedado que el quedara en pie tenía que seguir adelante lo antes posible y a toda máquina. No fue fácil. Y lo compartí con mi grupo de amigos.
Los mensajes privados a los demás diciendo de todo porque no respetaba el luto, y qué clase de persona era si hacía eso (ojo, dicho por el que sustituye gatos en dos horas) se extendieron. Mosquito, lo siento. Después de eso creer que eres hombre y gay… no cuela.
Su mensaje final fue mucho mejor. Ya no estaba en el grupo, pero leía todo lo que se escribía en él porque se lo pasaban (o tenía más identidades ?♂️). Y su despedida fue, literal, alguien que comparte esa información demuestra carencias emocionales graves. Pero vamos a ver, vamos a incluir aquí un facepalm, por favor ?♂️. Si después de 5 meses de haber perdido a mi pareja, de la forma en la que pasó, y cómo de unidos estábamos, no tengo carencias emocionales graves, a lo mejor es que estoy un pelín muerto por dentro. Pero que me lo diga quien radia los polvos en plan Minuto y resultado en Twitter y en el blog (y que hace un rato se ha puesto a escribir por Twitter que hoy vuelve el marido que qué bien que toca sexo)… pues sólo nos demuestra que gran parte de su vida es una mentira más.
Creedme, habría sido feliz sin más mosquitos en mi vida. Pero el otro día pasó algo. Pasó que tengo una cuenta de control, y Hacienda la mira al milímetro. Y me envió cosas de un trimestre que no estaban correctas. Entre ellas, una factura que yo había presentado pero la contraparte no. Esa factura era la de su blog. Esa que su amigo quería pagar a medias. Me daba un poco igual, la verdad. Yo justifico mi parte y a tomar por saco, problema suyo. Pero me dio por comprobarla. Esa factura vino en un correo que me envió alguien ajeno a todo 12 días después de haber incinerado a Fran. Y la dirección de los datos para la factura llevan a esto.
Y me vais a perdonar, pero esto mosquea. Mucho. Con la información del foro y la que ya tenía, seguir la pista no era difícil. Quien envió el correo y era ajeno a todo (o eso quise creer en su momento) no lo es tanto. Vive bajo su mismo techo. Es la prueba definitiva de que han estado riéndose en tu cara durante años, y que se han tomado a coña absolutamente todo lo que te ha pasado. 12 días después, y te pones a seguir con tus estupideces y absurdeces. Te diría que hay que tenerlos muy gordos, pero no. Después de casi 20 años, y con familia, deberías hacerle caso a todas las que te lo han dicho ya: busca ayuda profesional. Esto no es divertido. Es que no estás bien.
Ya lo comentaron en el foro. Pizarra, y a unir los puntos. Que casi todo lo que publicaba era falso ya lo sabíamos. En un flickr aparecieron casi todas las fotos que usaba. Y también que muchas de sus ilustraciones eran robadas y modificadas. Unas fotos después, un alguien a quien no le importa que le roben y usen el trabajo, una casa con nísperos, un nombre que sería una casualidad de uno entre mil millones, y un une los puntos, y ahí estás. Quién lo diría. Sabes de sobra que no se te puede acusar de estafa emocional. Ir a tu casa tampoco serviría de nada. ¿Qué ibas a hacer? Mirarme de arriba a abajo y gritar hacia adentro «¡Eh, M, baja, mira la cara del pardillo al que hemos estado engañando durante años!» y hartarte de reír en mi cara.
En esta historia no hay me pide me perdona. Hay daño ya hecho, y una parte importante para mí, irreparable. También para otras, a las que has dejado tiradas en múltiples ocasiones con la maleta preparada en la puerta para acompañaros, o ayudaros, en tantos momentos. Tampoco hay historia más allá de que cada vez más gente sepa quién eres y qué haces. Pero sí hay algo que quiero dedicarte. Para ti, para que sigas riéndote de todo. Aquí tienes esta canción.
P.S.: Sí, durante años alguien me/nos ha hecho creer que era real, hemos creado un vínculo de amistad y hemos sido empáticos hasta el punto de estar muy preocupados por la salud de otros. Supongo que los peligros de internet. Y de haber dejado que todo esto se haya hecho bola. Un scam/catfish en toda regla. Espero que no le pase a nadie más en el futuro.
P.S.2: Escrito en femenino porque son mayoría de lectoras.
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