Noticia del día 8 de Noviembre de 2012:
Los obispos exigen modificar la ley sobre el matrimonio homosexual por “injusta”
La Conferencia Episcopal defiende el derecho de los hijos a vivir en una «familia estable»
Esta noticia fue publicada por El País y se puede leer aquí. Es una noticia de esas que me hiere profundamente, y me hacen saltar todas las alarmas. Hago memoria de la gente con la que he compartido parte de mi vida en algún momento, y pienso en las familias estables tradicionales y justas. Os cuento algunas de las experiencias. Y me pregunto si es de derecho legítimo el vivir en una familia así, cuando no te dan a elegir otra cosa.
Estuve con alguien a quien ayudé a salir del armario. En aquella época, tenía una hermana adolescente embarazada que sus padres escondían en casa, hasta que a la hora de la verdad «tuvieron un nuevo hermano». Su padre, cinco años después, seguía sin entender cómo podía tener un hijo gay, lo que hizo que emigrara en busca de una aprobación que no encontraba en su casa.
También estuve con alguien, ahora felizmente casado con otro hombre, que escondió su condición y prácticamente toda su vida, viviendo una mentira, hasta más allá de los 21 por miedo a la reacción familiar.
Pero no todo es tan sencillo. También se llega a lo físico en las familias tradicionales. Hubo un tiempo en el que salí con un gaditano maravilloso. Todo alegría, fuerza, vitalidad. Chistes, vida, lleno de emociones. Y todavía puedo recordar con claridad algunas de las pocas noches que pasamos juntos. En una de ellas se me derrumbó. No todo era tan bonito. Su padre era pescador. Su madre, mantenida por él como el resto de la familia, estaba atrapada en la relación. Desde que podía recordar, su padre, al llegar a tierra, le pegaba una paliza hasta dejarlo sangrando y desfigurado para ver si así se le quitaba la tontería esa de ser maricón.
¿Qué nos prepara para ser buenos padres? ¿Por qué tienen que ser un hombre y una mujer? ¿Quién decide que eso es bueno? ¿Quién juzga?
Soy hijo de padres separados. Nuestra calidad de vida en sonrisas, risas, y alegrías diarias, aumentaron de forma exponencial tras pasar el trauma de la separación. Tengo a mi alrededor familias cercanas con una sola cabeza de familia, padres y madres, con niños maravillosos, felices, con ganas de comerse el mundo. Padres solos, madres solas, padres y madres, dos padres, y dos madres. El hecho no es que sean hombre y mujer. El hecho es que son buenas personas, con unos valores sólidos, resolutivas, y con ganas de formar a una persona para que sea competitiva, reviente el medallero y, sobre todas las cosas, sea feliz.
¿Es injusto que dos personas que se quieren y que quieren formar una familia puedan hacerlo? En el próximo artículo os hablo de lo injusto.
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