Ayer por la tarde nos quedamos enganchados a la tele viendo un callejosos. Empezó con zonas de Barcelona y Marbella, casas de 2 a 10 millones de euros, y mucho magnate del petróleo con el doble de años que sus mujeres, que vienen aquí a hacer uso de su dinero.
En parte lo entiendo. En Rusia te puedes comprar un iglú y un iceberg, y una fábrica de vodka. Aquí tienes muchísimas más posibilidades de gastar el dinero y, en caso de las mujeres de mitad de edad de sus maridos, de lucir las compras.
Viven en un ecosistema propio. Es todo tan hecho a su medida que los niños ni siquiera aprenden español.
Madrid no es distinto. Los callejosos también nos enseñan que hay montones de personas, muchas de ellas que nos gobiernan a diario, que no tienen ni idea de la realidad. Viven en sus pequeños mundos, donde todo está controlado y a la vez permitido. Y así nos va.
(Esta entrada la escribí el 3 de abril de 2015. No ha cambiado la realidad).
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