Todavía recuerdo el día en que nos conocimos en persona. Llevábamos cerca de dos semanas hablando por Badoo. Yo me fijé en una foto suya en EuroDisney, y él en una foto mía del Salón Manga de Jerez. Después de mucho hablar («11735 palabras de amor», el primer regalo que me hizo fue un libro con nuestras conversaciones de antes de quedar en persona), decidimos quedar y vernos. Y cuando nos dimos nuestras direcciones, resultó que vivíamos a tres portales uno del otro, y que no nos habíamos visto nunca.
Esa noche quedamos. Fue cómico. No estuvo pendiente de la puerta y su compañero de piso no me abrió porque vio por la mirilla a alguien con gorra y palestino. Era un 18 de noviembre de 2007 y hacia frío, aunque no es excusa para mi forma de vestir. Siempre he sido algo desastrado. Después de volver a mi casa, y de que me convenciera de que volviera otra vez a la suya, esa noche nos quitamos el frío mutuamente.
Después de aquello vino un mes entero de hacerse de rogar. Sus ya no creo en el amor después de la última ruptura, que le había marcado, fue difícil de superar. Pero lo conseguí. Y un 18 de diciembre, un mes después de conocernos, empezamos a ser pareja oficial.
Han sido 9 años largos. Intensos. 9 años en los que, ahora que miro hacia atrás, hemos estado viviendo el uno volcado en el otro. Y no me arrepiento de absolutamente nada. Ayer, cuando hablaba con Lorena, me decía que recordaba el día en que la llamé diciéndole que había encontrado a mi media naranja, que éste era el definitivo. Y así ha sido. A día de hoy, todavía nos queremos con locura y no queremos separarnos el uno del otro, pase lo que pase.
Fran siempre me ha prohibido (pedido, más bien) que escribiera sobre él. Porque la condescendencia se siente. Él siempre ha querido ser una persona, antes que un enfermo. Siempre dice que parece que la gente conmigo no es tan así porque es menos visible, pero tiene toda la razón. Cuando alguien está interactuando contigo como si te fueras a morir mañana, las relaciones son distintas. Sí, tenemos nuestros problemas. Los dos. Pero quién no los tiene. Hemos aprendido a mirar dentro de las personas, más allá de sólo lo aparente. Haz también tú ese ejercicio. Merece.
Hoy me salto su deseo de no ser público. Y de no ser público, lo estoy convirtiendo en protagonista. De forma egoísta por una parte, porque escribir siempre ha sido mi terapia. Y por otra, porque es una persona de esas que merece la pena conocer.
Cuando lo conocí estaba estudiando un ciclo formativo. Había empezado a estudiar tarde, pero estudiaba con ganas. En estos 9 años se ha sacado el ciclo, una diplomatura, su adaptación a grado europeo, un máster, y ha empezado el doctorado. Y ahora está matriculado en antropología. El que no quería estudiar y no terminó el bachillerato porque prefería irse por ahí a fumar con los colegas, ahora es el más estudiado de la familia. Qué cosas.
La vida no nos lo ha puesto fácil. Por mi lado, mis problemas cardíacos nos han frenado muchas veces. Por el suyo, su metástasis. Su dificultad para moverse y para concentrarse nunca le hicieron mella. Y yo conseguí un trabajo que nos ha dejado disfrutar de la vida de otra forma. Vivimos en una casa cómoda en la que pasamos mucho tiempo, cambiamos de coche hace poco y buscamos uno que le encanta (y en el que hemos viajado mucho), y en los últimos años la situación nos ha permitido viajar, conocer sitios, y disfrutarlos juntos. Y nos hemos centrado mucho, todo lo que hemos podido, en estar todo el tiempo juntos, sin separarnos, el uno con el otro. Sólo nos separamos los dos meses que estuvo de voluntariado en República Dominicana, y un par de veces en las que yo me fui por trabajo. En los campamentos, con mis niños de los scouts. Y la última vez, para un evento. Pero en los últimos años, aparte de esos momentos, no ha habido nada que no hayamos hecho juntos, ni un día que hayamos estado separados. Somos conscientes del tiempo que nos queda, aunque a veces la vida nos permite incluso olvidarlo, y no dudamos en aprovecharlo y gastar hasta el último cartucho a diario.
Hemos hecho todo lo que hemos podido y nos ha permitido la situación. París es su ciudad favorita, y la pisamos siempre que podemos. Londres, Portimão y Faro están en nuestra lista de más visitadas. Alguna vez hemos soñado en voz alta en pasar un mes al año en Londres y San Francisco, y pasar nuestra vejez juntos en el Algarve portugués. Hemos llevado a la familia a San Francisco, a nuestros sitios preferidos de Portugal, y todavía tenemos un par de planes por cumplir. Un viaje frustrado a Ámsterdam. Un viaje a Bulgaria que no hicimos por trabajo (hay cosas más importantes, creedme). Otro a Viena, ya por tener una salud más deteriorada. Nuestro viaje de novios a Japón, que estamos preparando para marzo. Y su estrella, el poder llevarse a su tía a visitar Nueva York. Y nuestra traca final, Tokyo 2020.
Quitando los viajes, la mayor de sus pasiones, Fran nunca ha dejado de tener ese espíritu de niño que me enamoró el primer día. Alegre, generoso, inteligente, vivo… Su última obsesión son los Yo-Kai, y tengo la casa llena de muñequitos. También los Pokémon nuevos. Y su nueva maqueta de trenes, con puro espíritu Sheldon, todavía por montar esperando a que vuelva a casa.
Y a todo le pone la misma ilusión. Tengo vitrinas llenas de maquetas, muñecos, manga, libros… y paquetes de cartas por recoger de sus queridos Final Fantasy. Una estantería completa dedicada a Michael Jackson, y otra a Dragon Ball, sus dos grandísimas pasiones. Y, por supuesto, su gran amor y el niño de sus ojos: nuestro Pongo.
Durante los últimos 6 meses su cuerpo se ha ido deteriorando mucho. Lo he visto día a día, pero quizá por eso he sido menos consciente. Una desnutrición severa, casi sin defensas, pero aguantando. El mes pasado tuvimos ya un susto muy gordo, y ahora estamos en el hospital. Neumonía. Grave. La gripe A ya se llevó a una de sus mejores amigas. Si su cuerpo no se cansa, saldremos de ésta como hemos salido de las anteriores. Pero sabemos que estamos muy al límite y los médicos no dejan de repetírnoslo para que estemos preparados para lo peor.
No es algo nuevo. Es algo que tenemos muy hablado. Sabemos cuál es la situación, y más de una vez hemos tenido que hablar de qué queremos que hagan con nosotros en el después. Pero ahora no. Todavía no es el momento. Hemos hecho nuestra lista, y todavía hay unas cuantas cosas que tenemos que hacer juntos. Ayer estuvimos hablando de no posponer más el viaje a Japón. Que en cuanto estés mejor, cueste lo que cueste, firmamos los papeles que llevamos tantos años sin firmar esperando a estar mejor, y nos vamos. Vamos a tener eso como próxima meta, y vamos a por ella. Pongo necesita a sus dos padres. Y yo te necesito a ti. No puedes irte todavía.
El pronóstico no es bueno. Ayer subimos a planta y hemos aguantado 5 horas. Volvemos a estar abajo. Y los médicos nos han dicho que no está respondiendo al tratamiento. Que puede ser cuestión de horas.
Seguimos en la lucha. No he tenido el ánimo de llamaros a todos los que deberíais o querríais saber cuál es la situación actual. Sí quiero que sepáis que no nos rendimos, que Fran no se rinde, y que mientras tenga fuerzas, y hasta después de perderlas, va a seguir luchando por quedarse.
Act 2: Va mejorando. Poco a poco, lentamente, pero se va viendo mejoría. Estamos mirando sólo hacia adelante.