Llevan años (¡años!) vendiéndonos la fusión de El Monte y Caja San Fernando por estas tierras. Y nada más lejos de la realidad. La fusión, tan cacareada, nunca ha sido realidad.
El ejemplo, esta semana. Tarjeta caducada. Te llega la nueva tarjeta, y haces lo mismo de siempre (esto es, ir a un cajero, meter la tarjeta antigua, que te diga que está caducada, que se la trague, y meter la nueva). Pues…
Cajero 1: Su tarjeta está caducada. Con la nueva: su tarjeta no está activada.
Cajero 2: Su tarjeta está caducada. Con la nueva: su tarjeta no está activada.
Oficina de Cajasol: Ah… esto… es que esto es una tarjeta de la Caja San Fernando. Tienes que ir allí a que te la activen. Nosotros, aquí, no podemos.
Cajero 3 (antiguo Caja San Fernando, de los que menos hay en Sevilla –comparándolo con los Montes, que eran como setas–): ¿Desea renovar su tarjeta? Se la traga, y me activa la nueva.
¿Por qué hay Cajasoles distintos? ¿Por que siguen teniendo, a pesar de la unión, clientes de primera y segunda categoría? ¿Por qué en El Monte te tratan de de otra forma si eres de la antigua Caja?
¿Cuál es la diferencia?
Y, lo más importante. ¿Por qué nos marean tanto?
P.S.: Iba a poner que la carta mentía, pero lo pone bien claro:
Realice operatoria de Renovación de tarjeta en el cajero automático de su oficina, iniciando la operación con su tarjeta antigua.
Deja un comentario