… me encuentro con esta foto en lo de la cocinera.
Qué grande.
Dícese de la ayuda que el gobierno le da a los caseros para que se sientan más felices alquilando (lo que se traduce en que todos los pisos han subido 210€ su precio).
Las compras caen. Personas normales, como tú y como yo, se han dejado hasta las pestañas para comprarse un piso de 270.000 € (unos 45 millones de las antiguas pesetas). Ahora se encuentran con que algunos pisos de la misma promoción no se vendieron, y ahora se están vendiendo por su precio real: unos 120.000 €.
¿Qué cara se te queda cuando tienes que pagar 950,75 € al mes durante 40 años, (o 1.124,16€ al mes durante 30 años si no te la han concedido a 40 años), y sabes que tu vecino de enfrente está pagando una hipoteca a 30 años de menos de 500 € al mes?
¿No te sientes estafado? ¿Engañado? ¿Estúpido?
¿Por qué la gente no se queja? Porque ponen los pisos en alquiler. Hay que rentabilizarlos como sea. Y la mejor solución es subir el precio en 210 €. ¿La excusa? Total, pides la ayuda y listo. Si a ti te va a costar lo mismo…
Sí…
Así amaneció el otro día la puerta de casa. Por la rotura podemos adivinar que alguien intentó ver si la puerta se podía abrir a mano, sin utilizar llave, para dar buena cuenta de las 8 bicicletas que tenemos en el descansillo.
Mala suerte. La puerta tiene un pestillo kilométrico y hace falta llave. El portero automático es tener una llave sola en un llavero de los de colgarse al cuello muy largo para poder lanzarla por la ventana.
Y claro, con el cristal roto, entra fresquito. Y mierda, aunque no más de la que sale del primero (tienen mil bichos, gatos, pájaros… es normal). Y hasta ahí todo bien, hasta que la ha visto el casero de los de abajo, y me ha llamado por teléfono.
– Hola. Mira, es que he visto que la puerta está rota.
– Sí.
– ¿Qué ha pasado?
– Nidea. Nos la encontramos así. Probablemente alguien que ha visto las bicis. Se lo comenté al del primero, pensé que te habría llamado.
– Pues no.
– Aps. Pos bueno. Ya lo sabes. La puerta está rota.
– Pues habrá que llamar a un cristalero.
– Posí.
– Pos lo llamo y ya veremos cuánto cuesta, y os lo descuento de la comunidad.
– ¿Ein?
– Que metemos el arreglo en el recibo de la comunidad.
– Euh… va a ser que no.
– ¿Cómo?
– Que yo no tengo que pagar el arreglo.
– Pues alguien tiene que pagarlo.
– Exacto, el dueño. Yo estoy alquilado. Si la casa fuera mía, me tocaría pagarlo, pero como estoy alquilado, el mantenimiento de la casa es cosa del dueño.
– Eso no es así.
Y me cuelga. No sé en qué día decidió su tío (que es nuestro casero) que él se encargaría de la gestión del edificio. Siendo socio honorífico del puño cerrado y, además, ladronzuelo (cuando no se los reclama se queda con los picos de los pagos de la comunidad), es una razón más para desear que llegue Julio y plantearnos nuevos horizontes.
Mientras, va para dos semanas y la puerta sigue rota.