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Michelle nos hace pensar

Ayer escuchaba a gente decir que no entendían qué hacía Michelle Obama en España. Que en España no tenemos problemas de escolarización infantil, que a qué venía. 

No es que estemos en la situación de Liberia, claro, pero me resulta increíble a veces cómo damos la espalda a nuestras realidades y pensamos que vivimos en un mundo idílico donde hay unicornios rosas y todo da igual, porque todos vivimos bien, sin apreturas, felices, con un gobierno serio que no nos roba (porque quedarse ilícitamente con dinero nuestro es robar, y personas que roban a otra persona están en la cárcel y ellos no)… 

Me ha recordado esto a un episodio en el que estábamos preparando un viaje de una compañera a un país sudamericano para ayudar durante unos meses. Educación para el desarrollo. Unas señoras muy predispuestas, de cierta tendencia religiosa, participaban en la actividad. En un momento dado, esta compañera nuestra recordó al grupo asistente que estaba muy bien eso de ir a ayudar a otros lugares a personas en riesgo de exclusión y en situaciones de pobreza, pero que teníamos que mirar también hacía adentro. Que estaba muy bien eso de enviar a gente a otros países, que quedaba muy bien en los papeles, pero que los que nos quedábamos en tierra teníamos mucho que hacer justo al lado de nuestra casa. Que también había niños que iban descalzos, que necesitaban ayuda, y que estaban en riesgo de exclusión. 

Entonces la señora más mayor del grupo dijo esto:

Pero eso no es pobreza, es miseria

Y yo seguiré toda la vida sin saber qué quería decir aquella mujer, más allá de sentirse totalmente justificada en sus actos y absolutamente satisfecha con su implicación en el trabajo del grupo. 

El mundo no es más que una exageración de lo que vivimos a diario fuera de nuestros núcleos de confort. Daos una vuelta por fuera de vez en cuando. Entenderéis por qué está pasando todo esto. 

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Avatar 3D

Ah… Cuántas cosas se podrían contar…

La historia

La misma historia de siempre. E igual de previsible. A partir del minuto 40 (y son 169) ya sabes qué va a pasar. Además, tiene todos los elementos básicos de la historia, hasta el discursito que te saca la lagrimita.

Los personajes

Muy bien definidos. Da gusto ver de nuevo a Sigourney Weaver y ver a Michelle Rodríguez en un papel haciendo de rebelde como siempre, pero sin ser la mala.

El director

Tristísimo que en España para que sepan quién es James Cameron haya que poner del director de Titanic. Ya sabemos que Spain is Different. La película, genial. Un aplauso grande para Cameron. Ha conseguido contar la historia de siempre en una película muy larga que se hace muy corta, y que llama muchísimo la atención. Lo más impresionante es el universo que ha montado, absolutamente cuidado y detallado. Increíble.

El 3D

Sencillamente brutal. Después de todas las películas que hemos visto en 3D, las gafas de Dolby 3D se alzan como unas de las más cómodas y con mejores resultados visuales. Además, tienen espacio suficiente para hacer el movimiento doble gafa (ponerte las tuyas y encima las 3D) de forma cómoda, lo que mejora con mucho la experiencia de usuario.

Como decíamos, después de haber visto mucho 3D que se salía de la pantalla, en Avatar han trabajado con un concepto diferente y, a mi parecer, muy acertado. El efecto se llama profundidad. Y la pantalla, en vez de tener imágenes que salen, se extiende hacia adentro en el infinito, dando una experiencia 3D real y constante. De las que hemos visto, creo que podemos decir sin mucho error que es la primera película en 3D que vemos de verdad, con todas sus imágenes en 3D y no sólo unos cuantos efectos de vez en cuando. De hecho, no han sido nada efectistas y no hay ni un solo fotograma que intente jugar con el susto de que algo te cae encima. Un uso del 3D muy profesional.

El montaje

Posiblemente, al ver la película, pienses en Matrix, Kazushi Hagiwara, Tolkien, las Guerras Clon, Némesis, Dune y Éragon. Es más que normal y resume mucho del universo creado :).

La sala

Horrible. Cinezona está estrenando su sala 3D y hemos pagado la novatada. Y en gordo. Si bien la película y el sonido eran geniales, y los asientos son cómodos y amplios, hemos sufrido el problema de que la sala no estaba aclimatada. Después de venir del frío, viento y lluvia exteriores, entramos en una sala en la que, después de quitarnos todo el abrigo y quedarnos en camiseta, no hemos parado de sudar durante las casi 3 horas de la película, y prácticamente desde el primer momento. La higiene de los usuarios no es culpa de la sala, pero el operario que ha entrado a recoger las gafas ha tenido que sufrir una de las bofetadas de olor a humanidad más grandes de su vida.

Conclusión

Obviando la sala, la película es genial. Después de haber estado 3 horas en el cine, me apuntaría a la siguiente sesión de nuevo para volver a verla. Es una de esas películas que te comprarías para tener en casa y que verías de vez en cuando, porque no cansa y siempre podrás encontrarle nuevos sentidos y significados dependiendo de tu momento vital.

En definitiva, la película está a la altura de las expectativas.