Pasado mañana habrán pasado 2138 días desde que un pedazo de tecnología convive conmigo. Y no como un aparato cualquiera que se pueda dejar encima de una mesa. Convive conmigo de verdad, como parte de mí.
Hace ya mucho que aprendí a decir en los aeropuertos eso de ¡pismeiker, pismeiker! Aprendí mucho también de idiomas (se pronuncia distinto dependiendo del lugar) y nunca aprendí cómo se llama este aparato realmente en otros idiomas.
Pasado mañana habrán pasado 5 años, 10 meses y 9 días desde que ap vive en simbiosis conmigo. Ha sido un largo camino. Da miedo echar la vista atrás y ver qué ha pasado en todo este tiempo.
Y pasado mañana, casi apurando sus seis años de vida, ap y yo nos despedimos. A partir de entonces tendré nuevo compañero que aún no me han presentado y al que conoceré, como a éste, únicamente por una fotografía.
A lo mejor es que hemos cambiado de compañía. El aparato tiene una SIM dentro para enviar información y es posible que hayamos cambiado de vodafone a movistar. Ahí si tengo yo mi granito de preocupación. ¿Y si el nuevo contrato lo han hecho con Carrefour Móvil? Aquí somos muy de eso. Por lo menos tengo la tranquilidad de que todavía no han tenido tiempo de firmar con Tuenti móvil (o sí, vete tú a saber).
Tengo a todo el mundo alrededor muy nervioso. Muchos tranquilo, ¿eh? y unos cuantos ¿cómo lo estás llevando? han animado la última semana. Está todo el mundo más nervioso que yo. Y es algo del día a día.
A mí sólo me pone nervioso una cosa. Y es grave. La incertidumbre.
Si lo pensáis, por esa regla de tres debería estar en estado de ansiedad casi todo el día. Pero no. Uno aprende con el tiempo y es capaz de generar, casi en tiempo real, un abanico de posibilidades de modificación para cada situación. Cuando alguna nueva que no estaba recogida ocurre, se añade al algoritmo para la vez siguiente.
La última vez que me atacó la incertidumbre fue precisamente en una ITV del aparato, en la que no sabía cuál sería mi futuro cercano. Planteé las posibles situaciones, pero no las asimilé, y la cosa terminó con Logan con una pata rota.
La anterior, mucho más divertida. Fue en el dentista. Me dijo que si quería me quitaba la muela en ese mismo momento. Me cogió por sorpresa, era mi primera vez. Le dije que no. Estuve rabiando dos semanas con una muela que no paraba de doler. Y después hasta disfruté la extracción. Pero el bloqueo mental de no haber controlado la incertidumbre, la ansiedad, no me habría permitido estarme quieto en esa silla en la visita anterior.
Es por eso que sufro los cambios de agenda. Es por eso que necesito algo de información básica de cualquier situación que me permita no controlarla, pero sí hacerme una idea de su alcance. Antes llevaba peor las sorpresas, ahora mantengo la mente más abierta.
Y es por eso que ahora mismo estoy tranquilo. Todavía quedan 40 horas y, como imaginaréis por el día que es, muchas cosas que hacer.
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